martes, 31 de enero de 2012

COMO COMBINAR LOS ALIMENTOS

TROFOLOGIA: LA CIENCIA DE COMBINAR LOS ALIMENTOS
Tomado de El Tao de la Salud, el Sexo y la larga Vida
Daniel Reid
 

En comparación con el concepto taoísta de equilibrio, la idea occidental de una «dieta equilibrada» resulta simplista y superficial. Los médicos occidentales recomiendan a todo el mundo que «tome un poco de todo en cada comida», mezclando elementos tan dispares como la carne, la leche, féculas, grasas y azúcar. Un consumo de comida tan indiscriminado no es muy distinto a llenar el depósito de un automóvil con una combinación de gasolina, gas, alcohol y azúcar. Una mezcla así no podrá arder eficazmente, proporcionará poca potencia y no tardará en atascar el motor a tal punto que le será imposible seguir funcionando.
En nuestro idioma, el Yin/Yang de la dieta se conoce como «trofología», una palabra que probablemente ni usted ni su médico han oído hasta ahora. La enseñanza de la medicina en Occidente, sobre todo en los Estados Unidos, deja mucho que desear en cuestión de nutrición, si bien actualmente existen en América y en Europa unos cuantos científicos nutricionales que, a pesar del desdén de sus colegas de la clase médica, están realizando grandes adelantos en la ciencia de la trofología.
 

Está científicamente comprobado por la medicina occidental que para iniciar la buena digestión de cualquier proteína animal concentrada, el estómago debe secretar pepsina. Pero también está demostrado que la pepsina sólo puede actuar en un medio sumamente ácido, que debe mantenerse durante varias horas hasta la completa digestión de las proteínas. Otro hecho igualmente comprobado por la ciencia es que, cuando masticamos un pedazo de pan, de patata o de cualquier otro hidrato de carbono/fécula, las glándulas salivales segregan de inmediato ptialina y otros jugos alcalinos. Después de tragada, la fécula alcalinizada necesita hallar en el estómago un medio alcalino para acabar de ser digerida por completo. 
 

Todo el mundo puede comprender lo que ocurre, pues, cuando se ingieren simultáneamente féculas y proteínas. El estómago, en respuesta a la presencia de las proteínas y las féculas, segrega al mismo tiempo jugos ácidos y alcalinos que se neutralizan entre sí y dejan una solución acuosa incapaz de digerir correctamente ni una cosa ni otra. Lo que sucede a continuación es que las proteínas se pudren y las féculas fermentan, debido a la constante presencia de bacterias en el canal digestivo.
 

La putrefacción y la fermentación son las causas principales de todo tipo de problemas digestivos, como gases, ardor, hinchazón, estreñimiento, heces fétidas, hemorroides sangrantes, colitis y demás. Muchas de las llamadas «alergias» son también consecuencia directa de la mala combinación de los alimentos: la corriente sanguínea absorbe toxinas de la masa fermentada y putrefacta que llena los intestinos, y estas toxinas a su vez provocan erupciones, urticaria, dolores de cabeza, náuseas y otros de los síntomas que habitualmente se catalogan como «alergias». Los mismos alimentos capaces de desencadenar una reacción alérgica cuando están incorrectamente combinados muchas veces no producen ningún efecto nocivo cuando se consumen de acuerdo con las leyes de la trofología. La cuestión se reduce a lo siguiente: cuando inmoviliza su estómago y perturba sus funciones digestivas con el consumo de alimentos indiscriminadamente combinados, las bacterias del canal digestivo se dan una fiesta. Aprovechan todos los nutrientes y se multiplican, mientras usted se queda con los desechos y padece.
 

El estado gravemente séptico del tracto intestinal humano constituye un caso único en la naturaleza, y aun así los médicos occidentales lo toman como normal e incluso insisten en que resulta inofensivo para el resto del organismo. La realidad es otra. A fin de protegerse de la irritación tóxica crónica causada por las comidas mal combinadas, el colon segrega grandes cantidades de mucosidad para envolver las partículas tóxicas antes de que dañen su sensible mucosa. Cuando esto sucede en todas las comidas, todos los días, todas las semanas del año como es lo habitual en las modernas dietas occidentales el colon termina segregando un flujo constante de moco, que se acumula y se incrusta en los pliegues del colon. Esto produce una reducción de la luz del colon y un constante filtrado de toxinas al torrente sanguíneo, por ósmosis. Cuando la incrustación de mucosidades tóxicas en el colon alcanza una presión crítica, produce una bolsa que se hincha como un globo hacia el exterior, provocando lo que se llama una diverticulosis. La colitis y el cáncer son las siguientes etapas de deterioro del colon debido a estas condiciones.
Tras haber establecido una correspondencia entre el Tao de la alimentación y la terminología científica occidental, pasemos ahora a examinar con detalle el aspecto práctico de la trofología mediante algunos ejemplos concretos de combinación de alimentos. Las combinaciones enumeradas a continuación incluyen la mayor parte de los «crímenes culinarios» contra la ley de la naturaleza que se cometen a diario en todo el mundo. Esta lista se basa fundamentalmente en los trabajos del Dr. Herbert M. Shelton, uno de los más distinguidos terapeutas nutricionales de los Estados Unidos y autor de la «Biblia» de las combinaciones culinarias correctas, Food Combining Made Easy:
 

• Proteína y fécula: Es la peor combinación de alimentos que se puede dar en una misma comida, y aun así constituye el plato fuerte de las modernas dietas occidentales: carne con puré, hamburguesa con patatas fritas, huevos con pan, etc. Cuando se consume una proteína y una fécula al mismo tiempo, la enzima alcalina ptialina se mezcla con la comida al mascarla en la boca. Cuando la comida masticada llega al estómago, prosigue la digestión de la fécula con otras enzimas alcalinas, lo cual impide que la proteína sea digerida por la pepsina y otros jugos ácidos. Esto permite que las bacterias siempre presentes en el estómago ataquen la proteína, con lo que se desencadena la putrefacción. Los nutrientes de la comida proteínica se vuelven casi inaprovechables para usted y producen desechos tóxicos y gases fétidos, en los que se encuentran venenos como el indol, el escatol, el fenol, el sulfuro de hidrógeno, el ácido fenilpropiónico y otros.   
 Norma: Consuma las proteínas concentradas, como carne, pescado, huevos o queso, separadamente de las féculas concentradas como el pan, las patatas y el arroz. Por ejemplo, coma tostada o huevos para desayunar, la hamburguesa o el panecillo para almorzar, carne o patatas para cenar.
 

• Proteína y proteína: Las proteínas distintas presentan distintas exigencias digestivas. Por ejemplo, la mayor acción enzimática sobre la leche se produce durante la última hora de la digestión, mientras que en la carne se produce durante la primera hora y en los huevos hacia la mitad de la digestión.
Norma: Consuma únicamente una clase principal de proteína en cada comida. Evite combinaciones como carne y huevos, carne y leche, pescado y queso. Asegúrese de que asimila todos los aminoácidos imprescindibles variando el tipo de proteína concentrada que consume en cada comida.
 

• Fécula y ácido: Cualquier alimento ácido consumido al mismo tiempo que una fécula o almidón interrumpe la secreción de ptialina, dato bioquímico en el que todos los médicos están de acuerdo. Por lo tanto, si come usted naranjas, limones u otras frutas ácidas o ácidos como el vinagre junto con una fécula, no habrá ptialina en la boca para iniciar la primera fase de la digestión de la fécula. En consecuencia, la fécula llega al estómago sin los jugos alcalinos imprescindibles para una correcta digestión, y se produce la fermentación bacteriana para inhibir por completo la digestión salival de las féculas en la boca basta con una sola cucharadita de vinagre, o su equivalente en otros ácidos.
Norma: Consuma ácidos y féculas en comidas separadas. Por ejemplo, si come tostada o cereales para desayunar, prescinda del zumo de naranja (igual que de los huevos). Si va a tomar una comida compuesta básicamente de féculas (arroz o cualquier clase de pasta), prescinda del vinagre y de todas las proteínas concentradas.
 

• Proteína y ácido: Puesto que la correcta digestión de las proteínas exige un medio ácido, sería lógico suponer que los alimentos ácidos facilitan la digestión de las proteínas; sin embargo, no es éste el caso. Cuando los alimentos ácidos llegan al estómago, inhiben la secreción de ácido clorhídrico, y la pepsina (enzima que digiere las proteínas) solamente puede actuar en presencia de ácido clorhídrico, no de cualquier ácido. Por lo tanto, el zumo de naranja inhibe la correcta digestión de los huevos, y un vinagre fuerte en la ensalada inhibe la digestión del bistec.
Norma: Evite combinar ácidos y proteínas concentradas en la misma comida.
 

• Proteína y grasa: Durante las dos o tres horas siguientes a la ingestión de grasa, la concentración de pepsina y ácido clorhídrico en el estómago se ve considerablemente reducida. Esto retrasa la digestión de cualquier proteína que se haya ingerido junto con la grasa, permitiendo que las bacterias inicien la putrefacción de la proteína. Por eso las carnes grasosas como el tocino, los bistecs con grasa o las carnes magras fritas en grasa resultan tan pesadas en el estómago durante varias horas después de haberlas comido.
Norma: Consuma las grasas y las proteínas concentradas en distintas comidas. Cuando no pueda evitar mezclarlas, acompáñelas de abundantes verduras crudas para facilitar su digestión y su paso por los intestinos.
 

• Proteína y azúcar: Todos los azúcares sin excepción inhiben la secreción estomacal de jugos gástricos. Esto se debe a que los azúcares no se digieren en la boca ni en el estómago, sino que pasan directamente al intestino delgado para su digestión y asimilación. Cuando se consumen en combinación con alguna proteína, como un pastel después de Un bistec, no sólo inhiben la digestión de las proteínas al inhibir la secreción de jugos gástricos, sino que los propios azúcares quedan atrapados en el estómago en lugar de pasar rápidamente al intestino del gado, y esta demora permite que las bacterias fermenten el azúcar liberando toxinas y gases nocivos que aún perjudican más la digestión.
Norma: Evite el consumo de azúcares y proteínas en la misma comida.
 

• Fécula y azúcar: Se ha demostrado que, cuando el azúcar llega a la boca acompañado de una fécula, la saliva segregada durante la masticación no contiene ptialina, lo cual sabotea la digestión de la fécula antes de que alcance el estómago. Además, esta combinación impide que el azúcar pase más allá del estómago hasta que termina la digestión de la fécula, provocando así fermentación. Los subproductos de la fermentación del azúcar son ácidos, cosa que aún inhibe más la digestión de las féculas, que necesitan un medio alcalino. El pan (fécula) con mantequilla (grasa) es una combinación perfectamente compatible, pero cuando se le añade una cucharada de miel o mermelada se están introduciendo azúcares en la mezcla, y eso perjudica la digestión de la fécula contenida en el pan. El mismo principio se aplica a los cereales del desayuno endulzados con azúcar, a los pasteles muy azucarados, las tartas dulces y demás.
Norma: Consuma féculas y azúcares por separado.
 

• Melones: El melón es un alimento tan apropiado para el consumo humano que no requiere ninguna digestión en el estómago, sino que pasa rápidamente por el estómago hacia el intestino delgado, donde es digerido y asimilado. Pero esto únicamente puede suceder cuando el estómago está vacío y el melón se consume solo o acompañado exclusivamente por otras frutas crudas. Cuando se consume junto cono después de otros alimentos que exigen una compleja digestión estomacal, el melón no puede pasar al intestino delgado hasta después de terminada la digestión de los otros alimentos. Eso hace que quede retenido, fermente rápidamente y produzca toda clase de molestias gástricas.
Norma: Coma el melón solo o no lo coma.
 

• Leche: Llegamos ahora a una de las cuestiones más polémicas y peor comprendidas de toda la dieta occidental Los orientales y los africanos evitan tradicionalmente el consumo de leche, excepto como purgante. Pero en el mundo occidental, la gente se acostumbra a tomar leche a diario durante toda su vida.
Aunque la leche es un alimento proteínico completo cuando se consume al natural, también contiene grasa, lo cual quiere decir que combina mal con cualquier otro alimento salvo ella misma. Sin embargo, muchos adultos tienen la costumbre de acompañar sus comidas con leche fría. La leche se cuaja nada más llegar al estómago, de modo que, si hay otro alimento presente, los grumos se coagulan en torno a las partículas de comida y las aíslan de la acción de los jugos gástricos, retrasando su digestión el tiempo suficiente para que comience la putrefacción. Por consiguiente, la primera y más importante norma a tener en cuenta sobre el consumo de leche es: «Bébala sola o no la beba».
Norma: Elimine completamente de su dieta la leche homogeneizada y pasteurizada. Si puede encontrar leche al natural, consúmala como una comida completa por sí misma, nunca combinada con otros alimentos.
 

• Postres: Hay que evitar toda clase de postres dulces tras una gran comida, pues esta clase de alimentos combina mal con todo Incluso las frutas frescas deben evitarse tras una gran comida,  pues se acumulan en el estómago y fermentan en vez de digerirse. Si le tientan las golosinas y le apetece comer tartas, dulces y pasteles, puede darse el gusto de vez en cuando y hacer una comida completa a base de ellos. No es que así vayan a hacerle mucho bien, pero al menos si los consume solos no le provocarán tantas molestias gástricas ni producirán tantos subproductos tóxicos como si los consume después de una comida.
Norma: Evite los postres dulces feculentos, así como las frutas después de una gran comida a base de proteínas o hidratos de carbono.
La correcta combinación de los alimentos tiene una importancia decisiva para la buena digestión y metabolización. Sin una digestión completa, el cuerpo no puede extraer ni asimilar bien los nutrientes ni si quiera de los más saludables alimentos. Además, la digestión incompleta y la insuficiente metabolización son las causas principales de la acumulación de grasas y colesterol en el cuerpo.
 

NUNCA RENUNCIES A TUS SUEÑOS


domingo, 29 de enero de 2012

TU PUEDES SANAR TU MUNDO

El siguiente texto fue escrito por el Dr. Joe Vitale.   La historia que nos cuenta y sus reflexiones encierran un desafío y una bendición: la realidad externa a nosotros es nuestra propia creación individual y, si aceptamos plenamente este hecho, podemos sanarla a través del amor.
 

La sanación de tu mundo comienza en ti:
Hace unos años, escuché hablar de un terapeuta en Hawái que curó un pabellón completo de pacientes criminales con serias patologías (locos) sin siquiera ver a ninguno de ellos. El psicólogo estudiaba la ficha del recluso y luego miraba dentro de sí mismo para ver cómo él (el psicólogo) había creado la enfermedad de esa persona. En la medida en que él mejoraba, el paciente mejoraba también.

La primera vez que escuché hablar de esta historia, pensé que era una leyenda urbana. ¿Cómo podía cualquiera curar a otro tratando de curarse a si mismo? Y, ¿cómo podía, aunque fuera un verdadero maestro, con un gran poder de autocuración, sanar a criminales insanos? No tenía ningún sentido, no era lógico. De modo que descarté esta historia.

Sin embargo, la escuche nuevamente un año después. El terapeuta había usado un proceso de sanación hawaiano llamado “Ho´oponopono”. Nunca había oído hablar de esta técnica, sin embargo no podía dejar de pensar en esa historia. Si era totalmente cierta, yo tenía que saber más.

Siempre había entendido que “total responsabilidad” significaba que soy el responsable de lo que pienso y hago. Pero lo que esté mas allá, está fuera de mis manos. Creo que la mayor parte de la gente piensa lo mismo acerca de la responsabilidad: somos responsables de lo que hacemos, no de lo que los otros hacen. Pero eso no es así.

El terapeuta Hawaiano que sanó a esas personas mentalmente enfermas, el Dr. Ihaleakalá Hew Len, me enseñaría una nueva perspectiva acerca de lo que es la total responsabilidad. Probablemente hayamos hablado una hora en nuestra primera conversación telefónica. Le pedí que me contara la historia completa de su trabajo como terapeuta.

Me explicó que había trabajado en el Hospital Estatal de Hawái durante cuatro años. El pabellón donde encerraban a los enfermos criminales era peligroso. Por regla general los psicólogos renunciaban al mes de trabajar allí. La mayor parte de los miembros del personal se enfermaban al poco tiempo o simplemente renunciaban. La gente que atravesaba el pabellón caminaba con sus espaldas contra la pared, temerosos de ser atacados por los pacientes. No era un lugar placentero para vivir, ni para trabajar ni para visitar.

El Dr. Len me dijo que el nunca vio a los pacientes. Acordó tener una oficina y estudiar los legajos. Mientras miraba esos legajos, trabajaba sobre si mismo. Y mientras lo hacía, los pacientes mejoraban.

“Luego de unos pocos meses, a los que debían permanecer encadenados se les podía permitir que caminaran libremente” me dijo. “A otros, a quienes tenían que mantener permanentemente medicados, se les podía reducir las dosis. Y algunos, que no hubieran tenido jamás la posibilidad de ser liberados, fueron dados de alta”. Yo estaba asombrado. “No solamente eso”, continuó, “sino que el personal comenzó a disfrutar de su trabajo.”
 
“El ausentismo y los cambios de personal disminuyeron drásticamente. Terminamos con más personal del que necesitábamos porque los pacientes eran liberados, pero todo el personal venía a trabajar. Hoy ese pabellón está cerrado.”
 

Aquí es, lógicamente, donde le hice la pregunta del millón de dólares: “¿Qué estuvo haciendo usted consigo mismo que provocó el cambio en esas personas?”

“Simplemente estaba sanando la parte de mí que había creado sus enfermedades”, dijo él.  No entendí.  El Dr. Len me explicó que la total responsabilidad se extiende a todo lo que está presente en tu vida, simplemente porque está en tu vida. Es tu responsabilidad en un sentido literal.  Todo el mundo es tu creación.

¡Guau! Esto es muy difícil de aceptar. Ser responsable por lo que yo hago o digo es una cosa. Pero ser responsable por lo que cualquiera que esté en mi vida haga o diga, es otra muy distinta. Si asumes completa responsabilidad por tu vida, entonces todo lo que ves, escuchas, saboreas, tocas o experimentas, de cualquier forma, es tu responsabilidad. Esto significa que la actividad terrorista, el presidente de tu país, la economía o cualquier cosa que experimentas y no te gusta, están allí para que tu las sanes. No existen, por decirlo así, excepto como proyecciones que salen de tu interior. El problema no está ahí afuera, está en ti, y para resolverlo, tú debes cambiar.

Sé que esto es difícil de aceptar, mucho menos de vivirlo realmente.  Echarle a otro la culpa es mucho más fácil que asumir la total responsabilidad.  Pero mientras hablaba con el Dr. Len, comencé a comprender que esta sanación tan particular, el Ho’oponopono, significa amarse plenamente a uno mismo.

Si deseas mejorar tu vida, debes sanar tu vida.  Si deseas curar a cualquiera, aún a un criminal mentalmente enfermo, lo haces curándote a ti mismo.

Le pregunté al Dr. Len cómo se curaba a sí mismo, qué era lo que hacía exactamente cuándo miraba los legajos de los pacientes.

“Simplemente decía ‘Lo siento’ y ‘Te amo’, una y otra vez” explicó él: “Lo siento… Te amo”

“¿Sólo eso?”

“Sólo eso.”

“Resulta que amarte a ti mismo es la mejor forma de mejorarte a ti mismo.  Y mientras te mejoras a ti mismo, mejoras tu mundo.”

Permíteme darte un rápido ejemplo de cómo funciona esto: en una oportunidad recibí un e-mail muy agresivo, que me desequilibró.  Normalmente hubiera intentado manejar la situación trabajando sobre mis aspectos emocionales más negativos o tratando de razonar con la persona que envió el mensaje.  Esa vez decidí probar el método el Dr. Len.  Me puse a pronunciar silenciosamente “lo siento” y “te amo”.  No lo decía a nadie en particular.  Simplemente estaba invocando el espíritu del amor para sanar, dentro de mí, lo que estaba creando esa circunstancia externa.

En el término de una hora recibí otro e-mail de la misma persona.  Se disculpaba por el mensaje anterior. Ten presente que no realicé ninguna acción externa que provocara la disculpa.  Ni siquiera contesté el mensaje.  Sin embargo, sólo diciendo “te amo”, de algún modo sané dentro de mí lo que estaba creando en él.
 
Más tarde asistí a un taller de Ho’oponopono dirigido por el Dr. Len, que tiene ahora más de 70 años y es un chaman venerable y solitario.

Alabó mi libro, “El Factor Atractivo”. Me dijo que mientras yo me mejore a mí mismo, la “vibración” de mi libro aumentará y todos lo sentirán cuando lo lean. En resumen: a medida que yo me mejore, mis lectores mejorarán.

“¿Y qué pasará con los libros que ya he vendido y han salido de mí?” pregunté.

“No han salido realmente”, explicó una vez más soplando en mi mente su sabiduría mística. “Aún están dentro de ti”. En resumen: no hay afuera. Me llevaría un libro entero intentar explicar esta técnica con la profundidad necesaria, para transmitir algo así como que cuando desees mejorar cualquier aspecto o situación en tu vida, hay sólo un lugar donde intentarlo: dentro de ti. Y cuando mires allí, hazlo con amor”.
Dr. Joe Vitale


 Más acerca de Ho’oponopono…

La técnica de Ho’oponopono nos permite sanar nuestra mente.  Si vemos situaciones desagradables a nuestro alrededor, estarían reflejando áreas de nuestra propia mente que necesitan sanación.

Hemos aceptado la creencia en que hay personas y situaciones “ahí afuera” con las que no estamos unidos y que están fuera de nuestro control.  Sólo nos queda intentar cambiarlas o negociar con ellas o adaptarnos.
En cambio esta técnica, Ho’oponopono, propone que somos 100% responsables de todo lo que pasa a nuestro alrededor.  Entonces, cada vez que algo desagradable pase a formar parte de nuestras vidas, cualquier suceso o encuentro que nos resulte molesto en cualquier forma, podemos sanar la parte de nuestra mente que lo creó o que lo convocó.

La técnica puede aplicarse así:
 

•    Cada vez que sucede algo que nos desagrada, o que alguien tiene una actitud que no nos gusta, en vez de tratar de cambiar las cosas “allí afuera” podemos pedir, como en una oración, que “por favor sea sanada la parte de mi mente que creó este problema (o el conflicto o la actitud de la otra persona, etc.)”.

•    También podemos decir mentalmente: “Lo siento, Te amo” (podemos agregar también “Por favor perdóname, y Gracias”), dirigiéndonos a la Divinidad.

•    La técnica debe aplicarse con una actitud de serena alegría, no con culpa y remordimientos.

•    Y por último, pero tal vez lo más importante, debemos haber comenzado a intuir, a través de la experiencia, que en realidad somos nosotros los que creamos o atraemos los problemas.  Si seguimos pensando que somos “las víctimas” de los demás o de las circunstancias externas, nada puede cambiar aunque practiquemos Ho’oponopono.

jueves, 26 de enero de 2012

CUENTA BANCARIA EMOCIONAL

Extraído del Libro Los 7 Hábitos de la Gente Altamente Efectiva de Stephen R. Covey
 

Todos sabemos lo que es una cuenta bancaria. En ella efectuamos depósitos y constituimos una reserva de la que podemos exigir retiros cuando los necesitamos. La «cuenta bancaria emocional» es una metáfora de la confianza incorporada de una relación. Es el sentimiento de seguridad que tenemos respecto de otro ser humano.

Si aumento mis depósitos en una cuenta bancaria emocional de la que hago a usted depositario, mediante la cortesía, la bondad, la honestidad, y mantengo mi compromiso con usted, yo constituyo una reserva. La confianza que usted tiene en mí crece, y yo puedo apelar a esa confianza muchas veces, en el caso de que la necesite. Incluso puedo equivocarme, y ese nivel de confianza, esa reserva emocional, compensará la diferencia. Puede que mi comunicación no sea clara, pero usted me entenderá de todos modos. Cuando la cuenta de confianza es alta, la comunicación es fácil, instantánea y efectiva.

Pero si tengo la costumbre de mostrarme descortés e irrespetuoso, de interrumpirlo, de exteriorizar reacciones desmesuradas, de ignorarlo, de comportarme con arbitrariedad, de traicionar su confianza, de amenazarlo, si en su vida no valgo dos céntimos, finalmente mi cuenta bancaria emocional quedará al descubierto. El nivel de confianza será muy bajo. ¿Qué flexibilidad puedo esperar? Ninguna. Estoy paseando por un campo minado. Debo tener mucho cuidado con todo lo que digo. Sopeso cada palabra. Protejo mi retaguardia, politiqueo. Y muchas organizaciones funcionan así. Muchas familias funcionan así. Muchos matrimonios funcionan así.

Si una gran reserva de confianza no se sostiene mediante depósitos constantes, el matrimonio se deteriora. En lugar de una comunicación y una comprensión ricas, espontáneas, la situación se convierte en acomodaticia, en la que dos personas simplemente tratan de vivir con estilos diferentes, de manera respetuosa y tolerante.  La relación puede deteriorarse más, y volverse hostil y defensiva. La respuesta «de lucha o fuga» da origen a batallas verbales, portazos, mutismo, repliegue emocional y autocompasión. Puede terminar en una guerra fría en un hogar sostenido sólo por los hijos, el sexo, la presión social o la protección de la imagen. O bien concluir en una guerra abierta en los tribunales, donde pueden librarse durante años amargas batallas legales que destruyen el ego, mientras cada una de las partes revive los pecados del otro ex cónyuge.

Nuestras relaciones más constantes, por ejemplo el matrimonio, requieren los depósitos más constantes. Con expectativas que no menguan, los antiguos depósitos se evaporan.  Cuando uno se encuentra con un antiguo compañero de la escuela media que no ha visto durante años, puede retomar la relación exactamente donde la había dejado, porque allí están todavía los antiguos depósitos. Pero las cuentas con las personas con las que interactuamos más frecuentemente requieren de depósitos más constantes.  Las interacciones diarias o las impresiones que dejamos (de las que ni siquiera nos damos cuenta) determinan a veces retiros automáticos. Esto es especialmente cierto con respecto a los adolescentes.

Supongamos que uno tiene un hijo adolescente y que las conversaciones normales con él siguen la línea de «Limpia tu cuarto, abotónate la camisa, apaga la radio, ve a cortarte el pelo, ¡y no te olvides de sacar la basura!». Al cabo de un período de tiempo, los retiros exceden en mucho a los depósitos.

Ahora bien, supongamos que ese hijo está a punto de tomar algunas decisiones importantes que afectarán al resto de su vida. El nivel de confianza es tan bajo y la comunicación está tan cerrada, y es tan mecánica e insatisfactoria, que el jovencito simplemente no mostrará ninguna receptividad hacia sus consejos.  Usted puede tener conocimientos y sabiduría para ayudarlo, pero como su cuenta está tan al descubierto, su hijo terminará tomando una decisión con una perspectiva emocional a corto plazo, de la que bien pueden resultar muchas consecuencias negativas a largo plazo.  Usted necesita un equilibrio positivo para comunicarse sobre esas delicadas cuestiones. ¿Qué hacer entonces?

¿Qué sucedería si empezara a tomar decisiones concernientes a la relación? Tal vez tenga oportunidad de tener con el muchacho pequeñas atenciones: comprarle una revista sobre patinaje si el tema le interesa, o acercarse a él cuando trabaja en un proyecto escolar, para ofrecerle ayuda.  Tal vez pueda invitarlo al cine, o llevarlo a tomar un helado.  Probablemente el depósito más importante entre los posibles consista simplemente en escuchar, sin juzgar, predicar o leer su propia autobiografía en lo que él le dice. Solamente escuche y trate de entender.  Hágale sentir su preocupación por él, el hecho de que lo acepta como persona.

Puede que al principio el joven no reaccione.  Incluso puede desconfiar. «¿Qué pretende papá? ¿Qué técnicas está ensayando esta vez mamá conmigo?» Pero en la medida en que esos depósitos auténticos no se interrumpan, empezarán a sumarse.  Disminuirán nuestros números rojos.

Recuerde que el arreglo rápido es un espejismo. Construir y reparar las relaciones lleva tiempo. Sí uno se impacienta por la falta de respuesta o la ingratitud aparentes, tal vez esté retirando grandes cantidades y anulando todo el bien que ha hecho. «Después de todo, nuestros sacrificios fueron por ti. ¿Cómo puedes ser tan ingrato? Tratamos de ser buenos contigo y tú actúas así. ¡No puedo creerlo!»
Es difícil no impacientarse. Para ser proactivos, centrarse en el círculo de influencia y cultivar lo que crece, se necesita carácter, y no «tirar de las flores para ver cómo están las raíces».


INMADUREZ EMOCIONAL

Extraído del libro Amar o Depender de Walter Riso
 

La inmadurez emocional implica una perspectiva ingenua e intolerante ante ciertas situaciones de la vida, generalmente incómodas o aversivas. Una persona que no haya desarrollado la madurez o inteligencia emocional adecuada tendrá dificultades ante el sufrimiento, la frustración y la incertidumbre.

Señalaré las tres manifestaciones más importantes de la inmadurez emocional relacionadas con el apego afectivo en particular y con las adicciones en general:

1.   Bajos umbrales para el sufrimiento o la ley del mínimo esfuerzo.
Según ciertos filósofos y teólogos, la ley del mínimo esfuerzo es válida incluso para Dios. Independientemente de la veracidad de esta afirmación debemos admitir que la comodidad, la buena vida y la aversión por las molestias ejercen una atracción especial en los humanos. Prevenir el estrés es saludable (el tormento por tormento no es recomendable para nadie), pero ser melindrosos, sentarse a llorar ante el primer tropiezo y querer que la vida sea gratificante las veinticuatro horas, es definitivamente infantil.

Una persona que haya sido contemplada, sobreprotegida y amparada de todo mal en sus primeros años de vida, probablemente no alcance a desarrollar la fortaleza (coraje, decisión, aguante) para enfrentar la adversidad. Le faltará el “callo” que distingue a los que perseveran hasta el final. Su vida se regirá por el principio del placer y la evitación inmediata de todo aversivo, por insignificante que éste sea. Repito: esto no implica hacer una apología del masoquismo y el auto castigo, y fomentar el suplicio como forma de vida, sino reconocer que cualquier cambio requiere de una inversión de esfuerzo, un costo que los cómodos no están dispuestos a pagar. El sacrificio los enferma y la molestia los deprime. La consecuencia es terrible: miedo a lo desconocido y apego al pasado.

El pensamiento central de la persona apegada afectivamente y con baja tolerancia al sufrimiento, se expresa así: “No soy capaz de renunciar al placer/bienestar/seguridad que me brinda la persona que amo y soportar su ausencia. No tengo tolerancia al dolor. No importa qué tan dañina o poco recomendable sea la relación, no quiero sufrir su pérdida. Definitivamente, soy débil. No estoy preparado para el dolor”.

2.   Baja tolerancia a la frustración o el mundo gira a mí alrededor.
La clave de este esquema es el egocentrismo, es decir: “Si las cosas no son como me gustaría que fueran, me da rabia”. Tolerar la frustración de que no siempre podemos obtener lo que esperamos, implica saber perder y resignarse cuando no hay nada que hacer. Significa ser capaz de elaborar duelos, procesar pérdidas y aceptar, aunque sea a regañadientes, que la vida no gira a nuestro alrededor. Aquí no hay narcisismo, sino inmadurez.

Muchos enamorados no decodifican lo que su pareja piensa o siente, no lo comprenden o lo ignoran como si no existiera. Están tan ensimismados en su mundo afectivo, que no reconocen las motivaciones ajenas. No son capaces de descentrarse y meterse en los zapatos del otro. Cuando su media naranja les dice: “Ya no te quiero, lo siento”, el dolor y la angustia se procesa solamente de manera autorreferencial: “¡Pero si yo te quiero!” Como si el hecho de querer a alguien fuera suficiente razón para que lo quisieran a uno.

A veces ni siquiera es amor por el otro, sino amor propio. Orgullo y necesidad de ganar: ¿Quién se cree que es…? ¿Cómo se atreve a echarme? La inmadurez también puede reflejarse en el sentido de posesión: “Es mío” o “No quiero jugar con mi juguete, pero es mío y no lo presto”. Muchas veces no es la tristeza de la pérdida lo que genera la desesperación, sino quién echó a quién. Si se obtiene nuevamente el control, la revancha no se hace esperar: “Cambie de opinión. Realmente no te quiero”. Ganador absoluto.

El pensamiento central de la persona apegada afectivamente y con baja tolerancia a la frustración, se expresa así: “No soy capaz de aceptar que el amor escape de mi control. La persona que amo debe girar a mí alrededor y darme gusto. Necesito ser el centro y que las cosas sean como a mí me gustaría que fueran. No soporto la frustración, el fracaso o la desilusión. El amor debe ser a mi imagen y semejanza”.

3.   Ilusión de permanencia o de aquí a la eternidad.
La estructura mental del apegado contiene una dudosa presunción filosófica respecto al orden del universo. En el afán de conservar el objeto deseado, la persona dependiente, de una manera ingenua y arriesgada, concibe y acepta la idea de lo “permanente”, de lo eternamente estable. El efecto tranquilizador que esta creencia tiene para los adictos es obvio: la permanencia del proveedor garantiza el abastecimiento.

Hace más de dos mil años, Buda alertaba sobre los peligros de esta falsa eternidad psicológica. “Todo esfuerzo por aferrarnos nos hará desgraciados, porque tarde que temprano aquello a lo que nos aferramos desaparecerá y pasará. Ligarse a algo transitorio, ilusorio e incontrolable es el origen del sufrimiento. Todo lo adquirido puede perderse, porque todo es efímero. El apego es la causa del sufrimiento”.

La siguiente frase, nuevamente de Buda, es de un realismo cruento pero esclarecedor: “Todo fluye, todo se diluye; lo que tiene principio tiene fin, lo nacido muere y lo compuesto se descompone. Todo es transitorio, insustancial y, por tanto, insatisfactorio. No hay nada fijo de qué aferrarse”.

Los “Tres Mensajeros Divinos”, como él los llamaba: enfermedad, vejez y muerte, no perdonan. Tenemos la opción de rebelarnos y agobiarnos porque la realidad no va por el camino que quisiéramos, o afrontarla y aprender a vivir con ella, mensajeros incluidos. Decir que todo acaba significa que las personas, los objetos o las imágenes en la cuales hemos cifrado nuestras expectativas de salvaguardia personal, no son tales. Aceptar que nada es para toda la vida no es pesimismo sino realismo saludable. Incluso puede servir de motivador para beneficiarse del aquí y el ahora: “Si voy a perder los placeres de la vida, mejor los aprovecho mientras pueda”. Esta es la razón por la cual los individuos que logran aceptar la muerte como un hecho natural, en vez de deprimirse disfrutan de cada día como si fuera el último.
    
En el caso de las relaciones afectivas, la “certeza sí que es incierta”. El amor puede entrar por la puerta principal y en cualquier instante salir por la de atrás. No estoy diciendo que no existan amores duraderos y que el hundimiento afectivo deba producirse inevitablemente. Lo que estoy afirmando es que las probabilidades de ruptura son más altas de lo que se piensa, y que el apego no parece ser el mejor candidato para salvaguardar y mantener a flote una relación. Por desgracia, no existe eso que llamamos seguridad afectiva. Cuando intentamos alcanzar este sueño existencial, el vínculo se desvirtúa. Algunos matrimonios no son otra cosa que un secuestro amañado.

El pensamiento central de la persona apegada afectivamente y con ilusión de permanencia, se expresa así: “Es imposible que nos dejemos de querer. El amor es inalterable, eterno, inmutable e indestructible. Mi relación afectiva tiene una inercia propia y continuará para siempre, para toda la vida”.

AUTOEFICACIA

Extraído del Libro Aprendiendo a Quererse a Si mismo, de Walter Riso.
 
“Nadie puede hacerte sentir inferior, sin tu consentimiento” Roosevelt.

 
A la confianza y convicción de que es posible alcanzar los resultados esperados se la denomina auto eficacia. La baja auto eficacia te llevará a pensar que no eres capaz. Entrarás en un círculo vicioso, pero por lo bajo. Si no tienes confianza en ti mismo, tus retos personales serán pobres, evitarás enfrentar los problemas, el primer obstáculo te hará desertar, te sentirás fracasado y perderás nuevamente auto eficacia; lo que a su vez bajará tus metas y auto exigencia. Tu terrible círculo seguirá retroalimentándose negativamente y tú estarás perdiendo, cada vez más, seguridad y confianza.
Una alta auto eficacia hará que tus metas sean sólidas, te permitirá persistir ante los imponderables y afrontar los problemas de una manera adecuada.
La auto eficacia es básicamente una opinión afectiva de uno mismo. Dicho en otras palabras, las personas pueden pensar que poseen todas las habilidades y capacidades para obtener determinados resultados y, pese a todo, no estar convencidas de alcanzar exitosamente las metas.
La experiencia de éxito no solamente implica, como aparentemente podría pensarse, un análisis racional y frio de las posibilidades objetivas de éxito (expectativas de resultados), sino también la valoración subjetiva de qué tan capaz se siente el sujeto (expectativa de eficacia). Como cualquier creencia, esta última valoración es cuestión de fe y de confianza. La desconfianza en uno mismo barre con las capacidades y habilidades.
¿Cómo pueden llegar los seres humanos a dudar de sí mismos y a resignarse ante el sufrimiento y la adversidad sin intentar producir cambios, cuando existe la posibilidad de lograrlo? ¿Cómo se llega a un auto esquema de “perdedor”? ¿Por qué se hacen anticipaciones negativas del propio rendimiento en situaciones fáciles y potencialmente exitosas? ¿Por qué algunas personas se inmovilizan ante la posibilidad de superar las dificultades?
Las investigaciones en psicología indican que al menos tres factores parecen estar asociados a los problemas de auto eficacia: la percepción de incontrolabilidad, el punto de control y los estilos atribuciones. Analizaré cada uno por separado.
La percepción de incontrolabilidad: La imposibilidad de modificar un evento aversivo desarrolla depresión y desconfianza en sí mismo. De manera similar, una historia de fracasos que escapen al control del sujeto producirá la percepción de incapacidad, si no se sigue intentando el éxito.
 

El punto de control: Las personas pueden ser divididas en internas o externas, de acuerdo con el lugar donde ubiquen el control de su conducta. Las personas internas colocan el control dentro de ellas mismas. No suelen echarle la culpa a otros de lo que acontezca con su vida. Las personas externas creen que sobre su conducta operan una cantidad de eventos y causas que escapan de su control. Su pensamiento es inmovilizador: “Nada puede hacerse, así lo quiere el destino”, “Para qué intentarlo”.
Los estilos atribucionales: Cuando estamos ante situaciones de éxito o fracaso, los humanos hacemos interpretaciones sobre las causas del porqué se dio el hecho en cuestión. Tratamos de entender lo ocurrido buscando explicaciones causales. Pues bien, esta manía de los seres inteligentes es un arma de doble filo que, mal utilizada, puede producir heridas a nuestra auto eficacia.
El problema de la evitación: La evitación impide que el organismo esté expuesto el tiempo suficiente para vencer el miedo o solucionar el problema de que se trate. Enfrentarse a cosas desagradables es incómodo, pero es el precio para modificarlas y vencerlas. La evitación no siempre es inadecuada, es indudable que es la mejor opción cuando el peligro físico o psicológico, es objetiva y realmente dañino.    
 

VENCIENDO LA BAJA AUTOEFICACIA
 

Las siguientes estrategias te permitirán pelear contra la baja auto eficacia o conservarla en un punto adecuado:
 

1.   Elimina el “no soy capaz”. Si te tratas mal y eres irrespetuoso contigo mismo, tu diálogo obrará como un freno. Esta calificación negativa, automáticamente, te inmovilizará. Detén el pensamiento, diciéndote: “PARA”. Cambia de actividad, habla por teléfono, escucha música, canta en voz alta u orienta tu dialogo positivamente. “Si me lo propongo, Soy capaz”.

2.   No seas pesimista. Si ves venir el fracaso en cada una de tus actuaciones, ni siquiera te provocará intentarlo. Si te dices: “me va ir mal”, la motivación, la tenacidad y la perseverancia necesarias para alcanzar la meta flaquearán. Tu predicción se cumplirá, pero por culpa tuya. El método de cotejar tus hipótesis con los datos objetivos te hará descubrir que tus anticipaciones no suelen ser tan exactas. Te darás cuenta que tus dotes de oráculo dejan mucho qué desear.

3.   No seas fatalista. Si tienes un punto de control externo para todo, tenderás a ser fatalista y verás los infortunios como incontrolables. Quita de tu repertorio verbal la palabra “siempre”. El pasado no te condena. Si cambias en el aquí y ahora, estarás contribuyendo de manera significativa a tu destino. Un día cualquiera toma la decisión de programarte positivamente. Piensa que durante ese día serás el dueño de tu vida y el único juez. Siéntete aunque sea un día, dueño de ti mismo.

4.   Trata de ser realista. Acepta tus éxitos; sería injusto contigo desconocer tus logros. Pero también acepta tu cuota de responsabilidad en los fracasos. Esto te permitirá sentarte a disfrutar tus victorias y a superar la adversidad.

5.   No recuerdes sólo lo malo. La visión negativa de uno mismo se alimenta principalmente de los recuerdos. Si el esquema que tienes de ti es negativo, los recuerdos que llegarán a tu mente serán confirmatorios de este esquema. Aprende a degustar el pasado, a revivirlo en sus aspectos agradables y a disfrutar del recuerdo positivo (aunque sólo sea a través de la imaginación y la fantasía).

6.   Revisa tus metas. Si crees que eres Superman, saltarás de un piso treinta: será tu último reto. Si te sientes inválido, tu meta será solamente dar un paso o dos. Revisa tus metas. Muy probablemente pueden estirarse un poco más y hacerse más exigentes. ¿Tus metas actuales muestran confianza o desconfianza en ti mismo? Tienes derecho a esperar más de ti y de la vida. No dejes que el miedo y la inseguridad decidan por ti.

7.   Ponte a prueba y arriésgate. ¿Qué podrías perder al intentar nuevos retos? Un plan que podrías proponerte es el siguiente:
*Define un objetivo que exija esfuerzo

*Define tus expectativas de manera objetiva, clara y precisa

*Antes y durante el enfrentamiento en sí, no utilices verbalizaciones inhibitorias (No soy capaz, etc.)

*Ponte a prueba

*No evites. Persiste

*Compara los resultados con las anticipaciones que habías hecho antes

*Inténtalo de nuevo.


Cuando te sientas seguro y cómodo pasa a una meta mayor. A medida que subas en los niveles de la auto exigencia personal, la auto eficacia y la confianza en ti mismo se fortalecerán.

martes, 24 de enero de 2012

EL ARTE DE RECORDAR

Tomado del Libro Tu Cerebro más joven
“El verdadero arte de la memoria es el arte de la atención” Samuel Johnson
Para la mayoría de nosotros, uno de los grandes temores es perder la memoria al envejecer. De hecho, la pérdida de memoria se ha asociado tanto a la <vejez> que la imagen de la abuela en uno de sus <momentos brillantes> es uno de los lugares comunes más típicos de las comedias televisivas. Sin embargo, la memoria no tiene límites, sea cual sea tu edad. A muchas personas mayores les puede costar algo más recordar las cosas; no obstante, cuando vuelve al recuerdo, es tan lúcido como lo sería a cualquier edad.
 

¿Qué es la memoria?
La memoria es muchas cosas diferentes. Es una recopilación del día que pasaste en la playa bajo la lluvia cuando eras niño. Es tu capacidad para escribir un carta sin pensar cómo has de sostener el lápiz y hacer las letras. Es lo que te permite retener en la mente el comienzo de esta frase incluso cuando ya has llegado al final… De hecho, la memoria está presente en todo lo que aprendes o experimentas. Los recuerdos se hacen, almacenan y recuerdan en cada momento de tu vida.
Cuando recuerdas algo, el cerebro lo hace creando una nueva serie de senderos de conexiones nerviosas, denominadas <rastro de la memoria>. Cuando olvidas, es porque se rompen las conexiones por falta de uso. La memoria es una compleja tarea con múltiples capas que alcanza a todas las zonas del cerebro. Algunos recuerdos están restringidos a algunas partes concretas; pero la mayoría están en redes que interactúan, o incluso repartidas por todo el cerebro. Hasta los que terminan en un lugar concreto, suelen vincularse con muchas áreas distintas.

En un principio, los psicólogos pensaban que descubrirían que cada recuerdo tiene una localización en el cerebro. Pensaban que con las herramientas adecuadas, algún día podrían identificar el grupo de neuronas, o incluso la neurona aislada donde se almacenaba un recuerdo. Aunque hay partes del cerebro asociadas a habilidades concretas, ahora sabemos que la asociación de la zona con dichas habilidades no es rígida en modo alguno. De hecho, es bastante probable que en su mayoría los recuerdos estimulen todo el cerebro.
Es más, gran parte de los recuerdos no son rígidos. Cada vez que usas un recuerdo, cambia ligeramente. Cuando sales a cenar, por ejemplo, tu corteza frontal, la parte lógica de tu cerebro, organiza los detalles físicos del acontecimiento en un tipo de recuerdo. La amígdala, el centro de las emociones, aportará sentido emocional a estos recuerdos. Si recuerdas haberte sentido muy bien esa noche, los recuerdos quedan adscritos a esos buenos sentimientos. A la semana siguiente, descubres que tu acompañante ha salido a cenar con otra persona. Ahora, cuando intentas recordar esa cena, tiene un contexto emocional muy distinto. El recuerdo está catalogado de otro modo y lo recuerdas de modo muy distinto. Las interconexiones implicadas en el rastro de la memoria han cambiado.
 

¿Cómo almacena los recuerdos nuestro cerebro?
Aunque las investigaciones todavía están en una fase temprana, algunos psicólogos piensan que hasta los recuerdos más simples son almacenados en grupos o redes neuronales en muchas partes diferentes del cerebro, en vez de estar en un solo lugar. Incluso se pueden almacenar en el sistema nervioso. Cuando recuerdas algo, los elementos vuelven a reunirse en lo que el neurólogo Antonio Damasio denomina <zona de convergencia>, localizadas cerca de la red de neuronas sensoriales que registraron el evento en primer lugar.

Cada vez hay más pruebas de que el hipocampo –en el centro del cerebro y en contacto con los dos hemisferios- envía recuerdos nuevos al cerebro y los reagrupa cuando los necesita. Curiosamente, cuando dormimos es cuando parece sacar el máximo provecho de su almacén de recuerdos. Del mismo modo que un ordenador hace automáticamente copias de seguridad durante la noche, el hipocampo parece ordenar los recuerdos del día para almacenarlos cuando duermes y sueñas, lo cual puede ser la razón por la que una buena noche de sueño es esencial para aprender.

En última instancia, son las neuronas las que almacenan los recuerdos, y lo hacen activándose y conectándose con otras neuronas. Cada recuerdo es un patrón de activación concreto de neuronas, no una sola neurona. Es una red. Tal como hemos visto, cada experiencia nueva refuerza unas conexiones y debilita otras. Cuando la experiencia ha concluido, estos cambios se desvanecerían rápidamente si no fuera por un fenómeno denominado potenciación a largo plazo, o PLP, donde se refuerzan los vínculos entre grupos concretos de redes. PLP significa que cuanto más se repite una experiencia, más fuertes se vuelven estas redes, fortaleciéndose así la memoria.

La lección está clara: si esperas que tu memoria se desvanezca y que tu poder mental entre en declive a medida que te vas haciendo mayor, tus expectativas se harán realidad. Si esperas entrar en una última fase de tu vida cargado de sabiduría con un poder mental más fuerte que nunca, es más que probable que así sea.
 

Tipos de Memoria
1. Memoria Sensorial.
La forma más breve de memoria es la sensorial. Es la que recuerda brevemente el estímulo de todos tus sentidos. En un momento dado está entrando tanta información que la memoria sensorial la retiene el tiempo justo para que el cerebro la ordene, guarde lo que es útil y deseche lo que no necesita. Esto es lo que te permite seguir viendo, oyendo y sintiendo algo momentáneamente cuando ya ha cesado. Puedes escribir tu nombre en el aire con una bengala por la noche, por ejemplo, porque si eres lo bastante rápido, podrás ver la última letra mientras tus ojos todavía tienen el recuerdo de la primera. La memoria sensorial visual se denomina <memoria icónica>.

Si alguna vez has tenido la experiencia de pensar que no has oído algo, y luego recuerdas que sí, justo cuando estás a punto de pedir que te lo repitan, es la memoria sensorial sónica o <ecoica> la que está ofreciendo el recuerdo.


2. Memoria a Corto y Largo plazo. Tu memoria puede trabajar a corto o largo plazo. La memoria a corto plazo es la que almacena cosas durante unos segundos, minutos, o como mucho horas. La que utilizas cuando miras un número de teléfono en tu agenda y lo recuerdas el tiempo suficiente para marcarlo en el teléfono. Es esencial para funcionar cada día y muchos psicólogos ahora prefieren llamarla <memoria operativa>.
La memoria a corto plazo te permite recordar el principio de una frase mientras escuchas el resto. También actúa como filtro, guardando sólo información que parece importante y cerrándose a todos los demás datos que llegan continuamente a nuestros sentidos y que de no ser así nos desbordarían.
De algún modo, la memoria operativa se parece un poco a la memoria RAM de un ordenador. Aunque sólo contiene los datos necesarios para realizar las tareas, éstos se desvanecen en cuanto arreglan bastante bien con las proteínas que ya tienen en las sinapsis. Sin embargo, para guardar recuerdos a largo plazo, las neuronas han de crear proteínas nuevas. Las investigaciones más recientes indican que la creación de estas proteínas se desencadena por una proteína llamada CREB. Esta proteína tan especial también parece estar implicada en una serie de cambios a largo plazo en el funcionamiento del cerebro, como los ajustes del reloj corporal después de un viaje intercontinental.
 

3. Memoria Explícita e Implícita. Cuando se ha guardado un recuerdo en la memoria a largo plazo, no es necesario que lo recuerdes conscientemente. Algunos recuerdos son <explícitos>, lo que significa que puedes acceder a ellos, ¡o al menos intentarlo! Estos incluyen conocimiento factual de nombres, lugares y fechas. Estos recuerdos dependen de un intercambio entre el hipocampo y la parte frontal del cerebro: el lóbulo temporal. Este tipo de recuerdos se forman muy rápidamente, se recuerdan enseguida o se olvidan; como si se tratase del gigantesco archivo online de una biblioteca, que puede sufrir muchas variaciones.

Sin embargo, algunos recuerdos se aposentan lentamente para convertirse en parte de la programación del cerebro. Son los recuerdos <implícitos> que ejercen su influencia sin que seas consciente de ello. Todas las habilidades y talentos que puedes aprender a lo largo de tu vida son de este tipo: caminar, hablar, comer, coger una taza, dar una patada a una pelota y muchas cosas más. Estos recuerdos de procedimientos, o <memoria de procedimiento>, como los llaman los psicólogos, requieren tiempo. Has de practicarlos una y otra vez hasta que se establecen. Cuando ya los tienes, rara vez vuelves a pensar en ellos.

4. Memoria Episódica. Los psicólogos a veces dividen las memorias conscientes y explícitas en episódicas y semánticas. Las memorias episódicas son los recuerdos multimedia. Son los recuerdos de episodios enteros de tu vida con todos sus aspectos: el día en que aprendiste a patinar, tu primer día de colegio, la salida del domingo por la noche, con imágenes, sonidos, olores, conversaciones, todo completo. Con frecuencia puedes recordar todos los aspectos del episodio como si los estuvieras viviendo. Ese tipo de recuerdos parecen tener conexiones con todo el cerebro.
La mayor parte de los recuerdos episódicos se desvanecen con el tiempo y se necesita más esfuerzo para recordarlos con detalle. Con frecuencia el recuerdo cambia –tintado por todo tipo de influencias, incluidos el miedo y el estrés-, y recordamos las cosas de un modo muy diferente en distintas épocas de nuestra vida. Las experiencias más intensas quedan grabadas de forma casi indeleble, mientras que las cotidianas pronto se desvanecen.
 

5. Memoria Flash. Hay episodios especialmente poderosos que parecen iluminar todo el cerebro como si fuera flash. Hacen que las neuronas se activen de un modo tan intenso que incluso se recuerdan los pequeños detalles. La mayor parte de estos <recuerdos flash> son personales, de momentos emotivos, como el primer día de escuela o tu primer beso. Algunos son comunes, como cuando un equipo o una nación gana en una competición deportiva.
 

6. Memoria Semántica. La memoria semántica son nuestros recuerdos de trozos de información individual: hechos, opiniones y objetos. Saber que París es la capital de Francia es un recuerdo semántico. Tu viaje de día a París es un recuerdo episódico. Sin embargo, puede que recuerdes que París es la capital de los franceses debido a tu viaje a dicha ciudad. Los recuerdos episódicos y semánticos pueden estar entrelazados.

Curiosamente, en un estudio reciente de unos niños londinenses que padecían amnesia a largo plazo debido a una lesión en el hipocampo, revelaron una sorprendente diferencia. El neuropsicólogo Faraneh Vargha-Khadem descubrió que, aunque la lesión en el hipocampo los privaba de los recuerdos episódicos, su memoria semántica estaba intacta. Aunque podían leer y escribir bien y tuvieran una buena cabeza para los hechos y cifras como cualquiera de sus compañeros de clase, no podían recordar un programa de televisión que acababan de ver.

Parece ser, entonces, que el papel del hipocampo es afirmar las conexiones entre el rastro de los recuerdos que han quedado en diferentes partes del cerebro. Esta es la razón por la que vulnerabilidad del hipocampo puede ser crucial cuando nos hacemos mayores.


La Flexibilidad de la Memoria
En el almacén de memoria del cerebro ha demostrado ser mucho más flexible de lo que nadie había imaginado. John Ratey cita el ejemplo de una brillante joven violinista estadounidense llamada Martha Curtis. Martha empezó a padecer unos ataques de epilepsia tan fuertes que los médicos decidieron que tenían que extirparle una parte del cerebro. El problema era que se trataba de la que se identificaba con el talento musical. Al principio los cirujanos extirparon un poco, por temor a que Martha perdiera su don musical. Al final, tuvieron que extirparle toda la zona para frenar sus ataques. Curiosamente, aunque la cirugía fue eficaz para detener sus ataques epilépticos, no tuvo repercusión alguna en su talento musical, y siguió tocando tan bien como siempre. Resultó que, cuando aprendió a tocar el violín de pequeña, su cerebro simplemente se había reestructurado y había enviado recuerdos de su habilidad a otra región que no estuviera dañada.

La flexibilidad es sólo un ejemplo del sorprendente poder del cerebro. El próximo capítulo se adentra en cómo podemos conectar con él y utilizarlo para mejorar nuestra memoria, ¡sea cual sea nuestra edad!

sábado, 7 de enero de 2012

FÓRMULA PARA CRECER

 Por Pilar Sordo

Mi percepción a medida que envejezco es que no hay años malos. Hay años de fuertes aprendizajes y otros que son como un recreo, pero malos no son.
Creo firmemente que la forma en que se debería evaluar un año tendría más que ver con cuánto fuimos capaces de amar, de perdonar, de reír, de aprender cosas nuevas, de haber desafiado nuestros egos y nuestros apegos.
Por eso, no debiéramos tenerle miedo al sufrimiento ni al tan temido fracaso, porque ambos son sólo instancias de aprendizaje.
Entonces, con estos criterios me preguntaba qué tenía que hacer yo para poder construir un buen año,.... porque todos estamos en el camino de aprender todos los días a ser mejores y de entender que a esta vida vinimos a tres cosas:
 
 -a aprender a amar
 -a dejar huella
 -a ser felices
En esas tres cosas debiéramos trabajar todos los días, el tema es cómo y creo que hay tres factores que ayudan en estos puntos:
A esta tierra vinimos a cansarnos, para dormir tenemos siglos después.
Valorar la libertad como una forma de vencerme a mi misma y entender que ser libre no es hacer lo que yo quiero…. deberíamos ejercer nuestra libertad haciendo lo que debemos con placer y decir que estamos felizmente agotados y así poder amar más y mejor.
El tercer y último punto a cultivar  es el desarrollo de la fuerza de voluntad, ese maravilloso talento de poder esperar, de postergar gratificaciones inmediatas en pos de cosas mejores.
Este a mi juicio es el gran elemento a educar no sólo el 2012 sino que durante todo el siglo XXI.
Es dentro de todo este trabajo donde nos debiéramos concentrar en:
 
  • Sentarnos en la mesa en familia, mínimo una vez a la semana, ojala todos los días.
  • Apagar las pantallas mientras estamos comiendo, no contestar teléfonos, sentir que los únicos ruidos que se escuchan sean los de nuestras voces.
  • Hacernos cariño y tratarnos bien como país y como familia, saludarnos en los ascensores, saludar a los guardias, a los choferes de las micros, sonreír por lo menos una o varias veces al día.
  • Querernos.
  • Crear dentro de nuestras casas, hogares. Y para eso tiene que haber olor a comida, cojines aplastados y hasta manchados, cierto desorden que acuse que ahí hay vida. Nuestras casas, independientes de los recursos, se están volviendo demasiado perfectas que parece que nadie puede vivir adentro.
  • Tengamos contacto con la naturaleza, juguemos, riamos y démonos el  tiempo de compartir con losabuelos, imprimámosle las fotos para que las vean como a ellos les gusta y disfrutemos de sus sabidurías. Obliguemos a nuestros hijos a compartir con ellos, así entenderán sus historias.
    Tratemos de crecer en lo espiritual, cualquiera sea la visión de ello.
    La trascendencia y el darle sentido a lo que hacemos tiene que ver con la inteligencia del nuevo siglo: la inteligencia espiritual.
    Tratemos de dosificar la tecnología y demos paso a la conversación, a los juegos "antiguos", a los encuentros familiares, a los encuentros con amigos, dentro de casa. Valoremos la intimidad, el calor y el amor dentro de nuestras familias.
    Este 2012 vendrá con lo que tenga que venir, todo será necesario y maravilloso, lo bueno, lo malo, lo bonito y lo feo, acojámoslo con amor y con gratitud y con el alma abierta a todo lo que tendremos que aprender de él.

    Decretemos ser felices y comencemos a vivir como si fuera nuestro último día.

MANTENERNOS DELGADAS


La mejor dieta para bajar de peso
En esta serie especial sobre nutrición, BBC Mundo le explica por qué adelgazar es relativamente fácil y mantenerse en forma, no.

Más de medio millón de personas en el mundo viven con sobrepeso o son obesas, y los expertos ya hablan de una epidemia global de obesidad.
Para las autoridades sanitarias, ésta es una causa de gran preocupación por el número de enfermedades asociadas al sobrepeso.
Pero para la industria multimillonaria de las dietas es una fuente de enormes ganancias.
Porque es un hecho que en la mayor parte del mundo vivimos obsesionados con perder peso.
Y también es un hecho que, a pesar de la ciencia y de los mensajes sobre el daño del sobrepeso para la salud, adelgazar sigue siendo para muchas personas un objetivo muy difícil de lograr.
Tres dietas básicas
El mayor problema, como explica a BBC Mundo la doctora Cecilia Albala, del Instituto de Nutrición y Tecnología de Alimentos de Chile, no es tanto perder los kilos de más, sino mantenerse con un peso ideal.
"En efecto, hay muchísimas dietas para bajar de peso, porque bajar de peso es relativamente fácil. Lo difícil es mantenerse delgado", dice la experta.
"En más del 95% de los tratamientos dietéticos se reincide y la gente vuelve a engordar, lo cual significa un fracaso".
Tal como explica la nutricionista, las dietas probadas científicamente, independientemente del nombre que tengan, se dividen en tres tipos.
Estos son: las dietas hipocalóricas, con la que se consumen menos calorías de las que se gastan; las hiperprotéicas hipocalóricas, que restringen carbohidratos y se aumenta el consumo de proteínas y las que tienen una gran restricción de grasas.
"Si se hacen bien, cualquiera de estas tres dietas logran bajar de peso. Simplemente por la cuestión del balance energético: si necesitamos 1.000 calorías para vivir y se comen 200, nos queda un déficit de 800 y tenemos que bajar de peso".
Menos calorías, poca porción
Un gramo de grasa contiene el doble de calorías que un gramo de carbohidratos o proteínas, así que para lograr un déficit hipocalórico tenemos que comer muy pocas grasas y tratar de suprimir azúcares y harinas refinadas.
También debe incluir en su dieta opciones de bajas calorías, como frutas y verduras, pescado, leche descremada, alimentos ricos en fibras y productos de granos integrales.
"Yo, después de 30 años de trabajar en obesidad, nunca recomiendo una dieta que sea muy diferente a las actividades de la vida normal de la persona, porque será imposible que la mantenga".
"Lo más importante es cambiar hábitos y hacer ejercicio, porque si no subirá de peso indefectiblemente".
Otro consejo útil para bajar de peso es vigilar las porciones de sus comidas.
Es un hecho que cada vez son más grandes la cantidad de alimentos que comemos, especialmente cuando se trata de comidas rápidas o productos procesados, y esto significa más calorías.
También es necesario reducir las cantidades de papas, pasta y arroz, ricos en carbohidratos, y las bebidas gaseosas azucaradas que añaden calorías adicionales a su régimen sin ningún valor nutricional.
Actividad física
Y no se debe olvidar la importancia del ejercicio y de la actividad física.
Esto, dicen los expertos, no significa sudar profusamente en un gimnasio.
Elija actividades físicas que disfrute, como caminar o andar en bicicleta, y añada minutos adicionales dedicados a estas actividades cada semana.
También es buena idea comprarse un podómetro para medir el número de pasos que da cada día e incremente esa cantidad gradualmente.
Además, otra recomendación de la doctora Albala es evitar las dietas que prometen "milagros" de perder peso rápidamente o las que están de moda y que sugieren comer sólo uno o dos alimentos, o aquellas que dicen que determinados alimentos "queman grasas".
Ninguna de estas dietas tiene éxito y pueden ser riesgosas, porque no ofrecen todos los micronutrientes que necesita el organismo.
¿Cómo mantenerse delgado?
"Pero una vez que bajamos de peso, ¿cuánto tiempo soy capaz de mantener ese peso ideal?", se pregunta Albala.
"Una de las cosas más importantes para la manutención, además por supuesto del ejercicio, es pesarse".

"Las personas que se pesan por lo menos una vez a la semana -obviamente estamos hablando de los que siguen una dieta y hacen ejercicio- son las que logran mantener su bajo peso".
"Porque son las que logran asumir, por sí mismas, si están comiendo más o menos. Y es que bajar un kilo cuando usted lo sube no cuesta nada, pero bajar diez kilos sí que cuesta", dice la nutricionista.
En efecto, por lo general nos pesamos sólo cuando estamos haciendo dieta, pero una vez que bajamos de peso o cuando no estamos haciendo dieta nos olvidamos de la báscula.
"Le puedo decir que, en mi experiencia de 30 años como nutricionista, eso que parece tan simple como pesarse es lo que menos hace la gente y lo que es más útil para estar permanentemente consciente del peso corporal".
"Así que mi consejo es: cómprese una pesa antes de empezar su dieta, siga una dieta balanceada y saludable, haga ejercicio de forma regular y pésese continuamente".