sábado, 15 de septiembre de 2012

“Me he regalado una enfermedad. ¡Soy la única responsable! Debo cuidarme un poco”

la enfermedad es aliada, no enemiga

 

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Este es un artículo publicado en La Vanguardia del 27/11/2002, Entrevista realizada por Victor-M.Amela a Ghislaine Lactot, ex médico y autora del libro "La mafia médica", en el que cuestiona el sistema médico actual.

Tengo 61 años y nací en Montreal (Canadá). Fui médico y hoy soy Ghislaine Lactot médico del alma. Me he divorciado dos veces y tengo cuatro hijos (de 37 a 28 años) y cuatro nietos. ¿Política? ¡Soberanía individual! Cree en ti: eres divino y lo has olvidado. La medicina actual fomenta la enfermedad, no la salud: lo denuncio en mi libro “La mafia médica”.
Estoy griposo, ¿qué me receta?

–Nada.
¿Ni un poquito de Frenadol?

-¿Para qué? ¿Para tapar síntomas? No. ¡Atienda a sus síntomas, escúchese! Y su alma le dará la receta.
Pero, ¿me meto en la cama o no?

–Pregúnteselo usted mismo, y haga lo que crea que le conviene más. ¡Crea en usted!
¡A los virus les da igual lo que yo crea!

–Ah, ya veo: elige usted el papel de víctima. Su actitud es: “He pillado una gripe. Soy víctima de un virus. ¡Necesito medicinas!”.
Pues sí, como todos...

–Pues allá usted... Mi actitud sería: “Me he regalado una gripe. ¡Soy la única responsable! Debo cuidarme un poco”. Y me metería en cama, reposaría, me relajaría, meditaría en cómo me he maltratado últimamente.. .
¿Se ha “regalado” una gripe, dice?

–¡Sí! Tu enfermedad viene de ti, no viene de fuera. La enfermedad es un regalo que tú te haces para encontrarte contigo mismo.
Pero nadie desea una enfermedad.. .

–Tu enfermedad refleja una desarmonía interior, en tu alma. Tu enfermedad es tu aliada, te señala que mires en tu alma, a ver qué te sucede. ¡Dale las gracias: te brinda la ocasión de hacer las paces contigo mismo!
Quizá sea más práctica una pastillita.. .

–¿Hacer la guerra a la enfermedad? Eso propone la medicina actual, y las guerras matan, traen siempre muertes.
No me dirá ahora que la medicina mata...
–¡Un tercio de las personas hospitalizadas lo son por efectos medicamentosos! En Estados Unidos, 700.000 personas mueren al año a causa de efectos secundarios de medicamentos y de tratamientos hospitalarios.
Morirían igual sin medicamentos, oiga.

–No. No si cambiamos el enfoque: la medicina actual ha olvidado la salud, ¡es una medicina de enfermedad y de muerte! No es una medicina de salud y de vida.
¿Medicina de enfermedad? Acláremelo...

–En la antigua China, un acupuntor era despedido si su paciente enfermaba. O sea, ¡el médico cuidaba de la salud! ¿Ve? Toda nuestra medicina es, pues, el fracaso total.
Prefiere medicinas alternativas, pues...

–Respetan más el organismo que la medicina industrial, desde luego: homeopatía (¡será la medicina del siglo XXI!)acupuntura, fitoterapia, reflexoterapia, masoterapia. ..la practica del  yoga..la meditacion .. Son más baratas... y menos peligrosas.
Pero no te salvan de un cáncer.

–¡Dígale eso a la medicina convencional! ¿Te salva ella de un cáncer?
Puede hacerlo, sí.
–Lo que hará seguro es envenenarte con cócteles químicos, quemarte con radiaciones, mutilarte con extirpaciones. ..
 
¡Y, encima, cada día aparecen más cánceres! ¿Por qué? Porque la gente vive olvidando su alma (que es divina): la paz de tu alma será tu salud, porque tu cuerpo es el reflejo material de tu alma. Si te reencuentras con tu alma, si la pacificas... , ¡no habrá cáncer!
Palabras bonitas, pero si un hijo suyo tuviese un cáncer, ¿qué haría usted?

–Alimentaría su fe en sí mismo: eso fortalece el sistema inmunitario, lo que aleja al cáncer. ¡El miedo es el peor enemigo! El miedo mina tus autodefensas. ¡Nada de miedo, nada de sumisión al cáncer! Tranquilidad, convicción, delicadeza, terapias suaves...
Perdone, pero lo más sensato es acudir a un oncólogo, a un médico especialista.

–La medicina convencional debiera ser sólo un último recurso, y muy extremo... Y si tu alma está en paz, eso jamás te hará falta.
Bien, pues tengamos el alma pacificada.. . pero, por si acaso, pongámonos vacunas.

–¡No! Las fabrican con células ováricas de hámster cancerizadas para multiplicarlas y cultivarlas en un suero de ternera estabilizado con aluminio (eso la de la hepatitis B, con su virus): ¿inyectaría usted eso a sus hijos?
Les he hecho inyectar ya varias...

–Y yo a los míos: fui médico, y por entonces no sabía aún todo lo que hoy sé... ¡Pero hoy mis hijos no vacunan ya a sus hijos!
Yo creo que seguiré vacunándolos. ..

–¿Por qué? La medicina actual mata moscas a martillazos: no siempre muere la mosca, pero siempre rompe la mesa de cristal. Son tantos los dañinos efectos secundarios. ..
¿Por qué abominó usted de la medicina?

–Yo me hice médico para ayudar. Me dediqué a la flebología, a las varices. Llegué a tener varias clínicas. Pero fui dándome cuenta del poder mafioso de la industria médica, que atenta contra nuestra salud, ¡que vive a costa de que estemos enfermos! Lo denuncié... y me echaron del Colegio de Médicos.
O sea, ya no puede usted recetar...

–¡Mejor! Los medicamentos están fabricados pensando en la lógica industrial del máximo beneficio económico, y no pensando en nuestra salud. Al revés: si estamos enfermos, ¡la mafia médica sigue ganando dinero!
¿Y a quiénes tilda de “mafia médica”?

–A la Organización Mundial de la Salud (OMS), a las multinacionales farmacéuticas que la financian, a los gobiernos obedientes, a hospitales y a médicos (muchos por ignorancia). .. ¿Y qué hay detrás? ¡El dinero!
No escoge usted enemigos pequeños...

–Lo sé, pero si me hubiera callado, hubiese enfermado y hoy estaría ya muerta.
¿Cuál ha sido su última enfermedad?

–Hace dos días, ja, ja... ¡una diarrea!
Vaya: ¿qué reflejaba eso de su alma?

–Oh, no sé, no lo he analizado... Me he limitado a no comer... ¡y ya me siento bien!
Pero se pasa mal, ¿eh...?

–Ja, ja... Si la enfermedad te visita, ¡acógela, abrázala! ¡Haz la paz con ella! No salgas corriendo como loco en busca de un médico, de un salvador... Tu salvador vive dentro de ti. Tu salvador eres Tú.

LO QUE LOS HOMBRES PIENSAN

Tomado del libro El Príncipe Azul se Destiñe con la Primera Lavada
“Dicen que las mujeres hablan mucho. Pero si alguna vez has entrado al Congreso, te darás cuenta de que la charlatanería fue inventada por los hombres” Clare Booth Luce

¿Alguna vez te has preguntado qué tienen ellos en la cabeza? Si eres como yo, de seguro te lo has preguntado muchas veces. ¿Cómo nos ven? ¿Qué les gusta, qué odian de nosotras? Tu novio no te lo va a decir, puedes estar segura de eso, porque ellos nunca te dirán lo que realmente piensan cuando tienen algo contigo. Es más, tu novio pensará que quien te hace confidencias masculinas es porque quiere algo contigo. Si llegas a su apartamento y le comentas que estuviste hablando con un tipo x (cualquier tipo, a ellos les da igual), él seguro te dirá que no seas tonta, que x quiere algo contigo y que sólo te está diciendo lo que te dice por conquistarte (qué cansancio). Creo que a todas nos ha pasado. Sacarles de la cabeza esa idea es un poco menos que imposible, porque los hombres se forman una teoría acerca de ti y con esa se quedan, no la cambian por nada y vas a pasar un rato aburridísimo convenciéndolo de que nada está pasando por donde él se imagina (aunque pueda estar pasando por donde él menos lo piensa).

En mi caso, mi principal fuente de infidencias masculinas es un tipo de mi clase de francés. El tipo es sexólogo, o algo así, y no tiene pelos en la lengua para decirme lo que los hombres piensan. He descubierto cosas asombrosas, por ejemplo las cosas que a ellos más les molestan de nosotras. Es importante saberlas ya que seguramente ni te imaginabas que eran estas. Lo que no puedo es decirte el nombre del sexólogo, ya que muchas son confesiones de sus pacientes. Voy a citar lo que él me dijo tal como lo recuerdo (bueno, tal vez he añadido unas cositas mías, pero en lo básico es pensamiento masculino puro). Adentrémonos en su cerebro:

1.    Las Mujeres hablan demasiado:
“La tragedia sucede por lo general cualquier tarde de martes; estás por ahí sentado esperando tu programa, con la mente en blanco (¡Sí, los hombres pueden hacer eso!). Acaban de llegar del trabajo, estás cansado. Logras poner los cojines tal como te gusta y encuentras en la tele ese partido que llevabas días con ganas de ver (Recuerda que este es el man hablando, no yo). De pronto ella se aparece. Se para en el marco de la puerta y te observa por un rato sin decir nada. Para los hombres, el silencio denota falta de problemas, pero para las mujeres, que hablan todo el tiempo y creen que todo se soluciona hablando, el silencio es sinónimo de problemas. Tú puedes ver todo ese bendito partido con tu mejor amigo en silencio sí que de repente el uno se mire al otro y le diga: “¿Algo te pasa?”. Bueno con las mujeres eso no es así, de tal manera que ella te suelta el lingote: “Oye, ¿tienes un ratico para que hablemos de los dos?” Y qué más puede responder uno que: “Sí, claro mi amor, tengo todo el tiempo del mundo” porque la petición es como si acabaras de atropellar a alguien en el carro y la persona te pregunta: “Oye ¿me puedes llevar al hospital?” Cómo negarse… Estamos entonces ahí los dos, tú quieres saber qué está pasando en el partido y ella está comenzando a decir algo que va más o menos por las siguientes líneas: “Es que siento que nos estamos distanciando… tú ya no eres el mismo… no sabría decir en qué sentido…”. No queda más remedio que meterse en el diálogo y conversar. Cuando haces esto descubres que ella en realidad no sabe muy bien qué es lo que la atormenta, que ella requiere de tu apoyo incluso para decirte qué es lo que le molesta de ti. Te ves entonces envuelto en una discusión aburridísima sin motivo o causa aparente.”

Aaaagggghhhhh. Ahí lo tienes, la pura y cruda opinión de ellos. Pero el problema más bien es que ellos no están en contacto con sus sentimientos y todas sabemos que estos no siempre se pueden aclarar fácilmente. A veces sientes justamente esto, que hay algo mal pero que 
no se puede decir exactamente qué es. Esto se debe simplemente a que eres más perceptiva que tu hombre, tienes un olfato para los problemas que él no tiene. Nosotras tenemos el poderoso sexto sentido, o mejor, la poderosa Intuición. Ellos no entienden esto, ya que su mente no opera del mismo modo que la tuya.

Hay que saber cuál
el mejor momento de plantear esas cosas que para ti son necesarias si quieres obtener una respuesta medianamente coherente y sincera. Para este caso te doy el siguiente consejo: los hombres después de la quinta frase ya no entienden nada.

2.    Las mujeres son contradictorias:
“En medio de una pelea ella dice algo como: -no quiero volver a verte en mi vida…-. Uno entonces, con toda la paciencia, comienza a ponerse la chaquetica y se alista para salir y es cuando ella pregunta para dónde vas y uno responde; -me dijiste que no quieres volver a verme-. Ella entonces dice: -me vas a dejar sola acá… fuera de que logras emputarme, ahora te quieres largar, nooooo. Ven y me abrazas-. Por favor, qué inconsistencia; las mujeres son un mar de contradicciones”.

Oooopsss! Bueno, ¿qué te puedo decir? Sí, así somos nosotras. Pero es que los hombres no entienden que
uno puede pelear y seguir siendo amigos. No es el fin del mundo, ¿no? Ellos no pueden decir algo reconfortante durante las peleas. Se les cae un pedazo del cuerpo. Ellos se vuelven como témpano al que le da lo mismo cualquier cosa. Si caes ahí muerta, bueno… les da lo mismo, como cuando te acompañan a comprar ropa. ¿No te parece desesperante cuando les preguntas algo como “¿cuál de estas camisas se me ve mejor…?” y ellos te contestan “cualquiera mi amor, ambas se te ven bien…” Grrrrrrr, es como para morirse de la rabia. Pero, ojo, porque de verdad les parece que ambas se nos ven bien, las que notamos el encaje plateadito en la manga somos las mujeres, no los hombres, y si tu novio lo nota… ¡pilassssssss! No es normal.

3.    Las mujeres matan los momentos de alegría:
<Una de las cosas que más les puede molestar a los hombres de las mujeres es que cuando uno está bien contento, ellas por lo general sacan a relucir alguna cosas jartísima. Si uno las llama o las busca en momentos de alegría, lo más seguro es que le bajen la nota a uno. Por eso uno termina no llamándola o no buscándolas o incluso celebrando con otra que no le ponga tanto problema a todo. ¡Descarados! Porque las mujeres, cuando comienzan a salir con uno, toman más que uno, tiran más que uno y, luego de que ya lo tienen entre sus posesiones, se vuelven aburridísimas y no les gusta hacer nada. Un ejemplo: uno la llama a ella a contarle que le acaba de salir ese trabajo que llevaba tanto tiempo esperando o algo así. Al fondo suena música porque claro, eso había que celebrarlo. Uno le dice: “Mi amor, me salió lo que te había dicho, estoy feliz…” Y la única respuesta que a ella se le ocurre es una pregunta, la pregunta maldita: “¿Estás tomando otra vez? Qué pereza…” o “¿A qué horas llegas a la casa que se volvió a bajar el taco de la luz?”. Por favor, unas matapasiones totales. La respuesta que a los hombres nos gustaría es algo así como: “Mi amor, qué alegría, has trabajado duro y tienes derecho a tomarte unos tragos hasta la hora que quieras…”. O mejor aún: “Mi amor, ya voy para allá y si quieres voy con mi amiga, la que te parece bonita”. Pero claro, esto n oes lo que ellas dicen. Entonces, no queda más remedio que celebrar con una de las presentes que no nos va a poner a cambiar bombillos o a recordarnos que estamos tomando porque ella justamente está en lo mismo>. Lo dicho, los hombres no entienden nada. ¡Son unas materassss!

Una de las cosas que a mí más me molestan de los hombres es que se pongan todos creciditos y subiditos cuando están en público, con los amigos o cuando están celebrando algo. Por eso termina uno no asistiendo a los momentos en que están celebrando algo. No saben lo tontos que se ven dándoselas de importantes cuando uno sabe realmente cómo son de inseguros y dependientes. Pero sea como sea, los tipos piensan que si ellos están celebrando y uno, aburrido en la casa, entonces uno tiene que ponerse contento también. Y aparte de eso creen que si uno no está contento, entonces ellos están justificados para echarle los perros a cualquier fulana (por lo general la guaricha de turno) y a terminar con ella en algún motel (¡y lo hacen! ¡Es pa’ matarlos!). Es insoportable que sean como unos bebés a los que hay que celebrarles todo lo que hacen o logran. ¡Y están locos si creen que para alegrarlos les vamos a llevar a la amiga esa que les parece bonita! ¡Descarados! ¿Qué creen? Apenas nos dicen eso, nuestra amiga bonita no vuelve a aparecer ni por las curvas. (Los estudios lo confirman: los hombres son infieles con mujeres de su círculo cercano).