Tomado del libro Amores Altamente Peligrosos Escrito por WALTER RISO
“El peor
pecado contra el prójimo no consiste en odiarlo, sino en mirarlo con
indiferencia. Esta es la esencia de la humanidad”. Bernard Shaw
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La Territorialidad impenetrable del ermitaño afectivo
La estrategia principal
del esquizoide es crear un territorio cerrado, afectivo y físico, para
evitar que la gente traspase ese espacio de reserva personal y le quite
la movilidad que requiere. Este afán por la libertad, hará que cualquier
intento por establecer un contacto íntimo sea percibido como
amenazante.
La propuesta del estilo esquizoide es inaceptable porque rompe con la estructura ética del amor, al desconocer la importancia de la philia (amistad) y el ágape (compasión). Los siguientes esquemas muestran la complejidad de esta manera de relacionarse: “Mi autonomía no es negociable” (culto a la libertad), “No comprendo tus sentimientos y emociones” (analfabetismo emocional) y “Puedo vivir sin tu amor” (autosuficiencia afectiva).
“Mi autonomía no es negociable”.
Nadie niega que la autonomía sea un valor imprescindible para el
crecimiento psicológico y emocional. Sin embargo, una cosa es la
independencia razonable y otra distinta la adicción al desapego. El
esquizoide busca en la soledad un refugio para su existencia y hace que
la independencia se convierta en aislamiento, reclusión e
incomunicación. Este repliegue estratégico responde a la visión negativa
que posee de los demás y a la idea de que el amor es una forma de
esclavitud. Querer a un esquizoide es como abrazar la nada.
¿Cuál sería la mejor pareja para un esquizoide? Quizás otro esquizoide, aunque es probable que al poco tiempo ambos se aburran y busquen a alguien menos escurridizo que los inserte de tanto en tanto en la vida real. Otra opción es las relaciones por internet, distantes pero aparentemente próximas, no comprometidas y juguetonas, donde la comunicación se maneja a millones de años luz, así puedan verse en las pantallas. “No comprendo tus sentimientos y emociones”. Como ya dije, los esquizoides sufren de cierto analfabetismo emocional y falta de empatía. Más concretamente, les cuesta leer lo que el otro está sintiendo. La gran mayoría de esquizoides sufren de una enfermedad psicológica llamada alexitimia, que consiste en la incapacidad de procesar información emocional y/o afectiva, propia o ajena. Quizás el amor desvinculado no sea amor en lo absoluto. No sabemos a ciencia cierta qué ocurre en la mente de un sujeto esquizoide y si esa mezcla difusa de sensaciones y percepciones enredadas configuren un patrón afectivo o algo que se le parezca. De todas maneras, no es consuelo ni justificación: la indiferencia es una tortura que mata en cámara lenta. “Podría prescindir de tu amor fácilmente”. La indiferencia radical es profundamente destructiva para alguien que espera ser amado o amada. No es lo mismo afirmar: “Me dolería perderte porque te amo, pero aun así, sobreviviría a tu ausencia”, a decir, por ejemplo: “Me da lo mismo estar contigo, que sin ti”. En las parejas también existe una lucha por el poder, y el “poder afectivo” lo posee quien necesita menos al otro. Si puedes prescindir de ti más fácil de lo que tú puedes prescindir de mí, tengo una desventaja a mi favor. Como se utilice este poder, es otra cuestión. Pues bien, en esto de darse de baja en la relación, el esquizoide lleva sin lugar a dudas la delantera: no ruega por amor, pude muy poco o nada, no suplica, no sugiere y no colabora para que la relación mejore.
¿Por qué nos enganchamos en una relación esquizoide?
La conquista como un reto
Al comienzo de la
relación, el sujeto esquizoide no se parece en nada a un agujero negro y
nadie sospecha de su incapacidad de entregar y recibir afecto. La
impresión que suele causar durante la conquista es que son personas
respetuosas y algo misteriosas, lo que atrae sin duda a los
pretendientes de turno.
Solo estando enamorados, se puede sentir a plenitud el rechazo y la frialdad del ermitaño afectivo: esa es la cruel paradoja. Todo pinta bien para echarnos al ruedo, pero, de pronto, al pisar la arena, inexplicablemente los toros salen de la nada y nos embisten. Cuando nos retiramos del sitio, lo animales simplemente se esfuman, y si entramos nuevamente al ruedo, vuelven a aparecer. Esa es la trampa, esa es la pesadilla: el amor está justo en el centro de la plaza. En mi experiencia clínica, he detectado, al menos dos esquemas que hacen a las personas especialmente vulnerables a los encantos esquizoides: “Necesito a alguien que respete mis espacios” y “Necesito que la conquista sea un reto”. Reserva personal/independencia: “Necesito a alguien que respete mis espacios”. Cada vez más personas asumen que una buena relación es aquella donde cada quien puede moverse libremente. El miedo a que nuestra libertad se vea restringida crece cada vez más en un mundo globalizado y “yóico”. La consigna “te quiero, pero también me quiero a mí mismo” está muy arraigada en la gente joven que ya no ve el amor como fuente de esclavitud o sacrificio, sino como una forma de intercambio democrático. Partiendo de la premisa anterior, surge la pregunta: ¿Qué impresión causará el estilo esquizoide a una persona posmoderna que ama su libertad y la defiende? Posiblemente considere que está frente a su alma gemela y no perciba el verdadero mensaje del esquizoide: “No me meto en tu mundo privado, para que no te metas en el mío”. Para que una relación funcione bien, no es suficiente que respeten nuestros espacios; también necesitamos que nos quieran a rabiar, que nos mimen y que nos “invadan”, de tanto en tanto, con el beneplácito del deseo. Desafío como motivación: “Necesito que la conquista sea un reto”. Este esquema lo he visto funcionar primordialmente en mujeres, a quienes les seduce el reto de las conquistas difíciles. Su dinámica es como sigue: los hombres lejanos, que no muestran interés por ellas o que ignoran sus atractivos, se convierten automáticamente en un desafío para su autoestima y valoración personal. Es como tasarse a sí mismas. El pensamiento que las mueve es principalmente egocéntrico: “Cómo se atreve a ignorarme!”. Lo saludable no está en enamorarse de un jeroglífico ambulante, sino en conocer a la pareja en lo fundamental y tener un pacto transparente. La gente interesante es la que aporta, no la que se esconde.
Estrategias de supervivencia afectiva
1. Aceptar la indiferencia como un modo de vida e intentar transformarse en esquizoide. Esta
metamorfosis no es fácil de lograr, porque no se hace esquizoide el que
quiere, sino el que puede. De todas maneras, los que deciden
transformarse no pasan de ejecutar un papel superficial, porque, en lo
más profundo, siguen añorando un amor completo y saludable, así intenten
disimularlo. Los comportamientos más representativos de esta actitud
son:
• Volverse afectivamente indiferente o distante • Modificar, sublimar y/o reprimir las necesidades sexuales • Frenar opiniones y expresiones de afecto que podrían incomodar al otro. • Tener una vida social de pareja pobre o nula • Hacer de la soledad una forma de vida • No esperar nada del otro
2. No dejarse arrastrar por la frialdad afectiva y reclamar un amor completo. Si
bien esta estrategia es muy utilizada por las parejas de los sujetos
esquizoides, la confrontación, tarde que temprano, llevará a una
exigencia amorosa sin sentido. El amor no se obliga. Veamos algunos de
los comportamientos que definen esta actitud:
• No renunciar a las emociones y dejar claro que debe haber una modificación en la manera de relacionarse • No aceptar el aislamiento extremo o el distanciamiento conductual. • Exigir que haya más compromiso, más implicación en la vida común, que se sienta la participación activa del otro. • Mejorar las relaciones sexuales y el erotismo • Comunicarse más y mejor.
Cómo reconocer el estilo esquizoide antes de enamorarse
La alexitimia no puede
disimularse fácilmente. La inexpresividad verbal y gestual, así como la
poca vida interior que los caracteriza, no pasarán desapercibidos. Pero
donde el estilo esquizoide se hace más evidente es cuando se enfrentan
con temas como el amor, la amistad, la pasión, las fantasías y la
compasión. Es decir, aquellas cuestiones donde el factor humano y la
sensibilidad cobran más fuerza. Algunas de las siguientes pautas pueden
servirte como guía:
• No disfrutará mucho de las relaciones íntimas. Las aceptará a regañadientes, siempre y cuando no haya compromiso. • Sentirás que debes tomar la iniciativa en todo y casi siempre, pero su desidia no estará motivada por intenciones subversivas, simplemente, “le dará lo mismo” porque nada le produce entusiasmo. • Será una persona solitaria con pocos amigos y una historia afectiva muy pobre. • Te dará la impresión de estar frente a una persona inmune a las críticas o las alabanzas de los demás.
Cuando la persona esquizoide/ermitaña eres tú: algunas consideraciones
Si revisas tu historia
personal, es posible que te hayas criado en una atmósfera familiar
exageradamente formal, rígida y reservada, que provocó en ti una lejanía
afectiva con la gente, una manera desvinculada de relacionarte. Me
refiero más a una familia afectivamente fría y distante, con problemas
de comunicación.
Estoy contigo en que la gente tiene el derecho a ser ermitaña e irse a vivir a una cueva perdida en la montaña. Querer estar solo es una opción de vida respetable; lo que es difícil de aceptar es que arrastres contigo a otra persona, prometiendo un amor que no eres capaz de dar ni recibir. Autonomía y amor no son incompatibles. Acepto que muchas personas son demandantes, absorbentes o emocionalmente dependientes, pero exageras cuando generalizas estas características a todo el mundo. ¿Qué te falta? Ternura, sensibilidad por el otro, vida interior. Fromm decía: “El amor es una fuerza propia del ser humano, mediante la cual se pone en relación con el mundo y hace de este su mundo”. |
sábado, 4 de agosto de 2012
EL AMOR DESVINCULADO O INDIFERENTE
Etiquetas:
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Excelente articulo!! muchas gracias!!
ResponderEliminarhola excelente articulo me encanto..... :) ahora ya se como se llama lo que tengo...jeje
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