jueves, 15 de marzo de 2012

EL CONFLICTO Y LA CONGRUENCIA

Tomado del libro Introducción a la PNL,  Escrito por O"CONNOR & SEYMOUR    

Todos vivimos en el mismo mundo, y como hacemos modelos distintos de él, entramos en conflicto. Dos personas pueden mirar el mismo hecho, escuchar las mismas palabras y darle una interpretación completamente diferente. De estos modelos e interpretaciones obtenemos la rica pluralidad de valores humanos, políticos, religiosos, intereses y motivaciones. 

Algunas de las partes más importantes de nuestro mapa [son las creencias y los valores que configuran nuestras vidas y le dan sentido; gobiernan lo que hacemos y pueden hacernos entrar en conflicto con otros. Los valores definen lo que es importante para nosotros; el conflicto empieza cuando insistimos en que lo que es importante para nosotros debe ser importante para otros. A veces, nuestros propios valores coexisten con dificultad y tenemos que tomar decisiones difíciles. ¿Debo mentir por un amigo? ¿Debo coger un trabajo aburrido porque está mejor pagado, u otro que me iría mejor pero peor pagado?

Diferentes partes de nosotros encierran valores distintos, siguen intereses diferentes, tienen intenciones distintas y, por ello, entran en conflicto. Nuestra capacidad para alcanzar un objetivo se ve radicalmente afectada por cómo reconciliamos y manejamos con imaginación las distintas partes de nuestra identidad. Es raro poder ir de todo corazón o de manera totalmente congruente hacia un objetivo, y cuanto mayor sea éste, más partes de nosotros entrarán en juego y más posibilidad habrá de tener intereses encontrados.

La congruencia interna da fuerza y poder personal: Somos congruentes cuanto todas nuestras conductas verbales y no verbales apoyan nuestro objetivo. Todas las partes están en armonía y tenemos libre acceso a nuestros recursos. Los niños pequeños son, casi siempre, congruentes: cuando quieren algo, lo quieren con todo su ser. Estar en armonía no quiere decir que todas las partes están tocando la misma melodía. En una orquesta, los diferentes instrumentos se combinan, y la melodía resultante es más que la melodía que cualquiera de los instrumentos puede producir por sí solo, y es la diferencia entre ellos lo que da a la música su color, interés y armonía. Por ello, somos congruentes cuando nuestras creencias, valores e intereses actúan conjuntamente para darnos la energía necesaria para alcanzar nuestras metas.

Cuando usted toma una decisión y es congruente con ella, sabe entonces que puede proceder a su consecución con toda garantía de éxito. El problema es cómo saber cuando se está actuando de forma congruente. A continuación le damos un pequeño ejercicio para que identifique su señal de congruencia interna.

Identificación de la señal de congruencia: Piense en un momento en que realmente quería algo: aquel negocio en particular, regalo o experiencia que deseaba con todas sus fuerzas.  Mientras lo recuerda y se asocia a aquel momento, usted puede empezar a reconocer lo que es sentirse congruente. Empiece a familiarizarse con este sentimiento, de forma que pueda usarlo en el futuro para saber si es totalmente congruente sobre un objetivo. Observe cómo se siente, observe las submodalidades de la experiencia a medida que piensa en ella. ¿Puede encontrar alguna sensación interna, visión o sonido que defina sin ninguna duda su congruencia?

La incongruencia son señales mezcladas: un instrumento que desafina en una orquesta, una zona de color que no queda bien en un cuadro. Mensajes internos mezclados darán un mensaje ambiguo a la otra persona y tendrán como resultado acciones embotadas y autosabotaje.  Cuando usted se enfrenta a una situación y no es congruente con ella, nos da información valiosísima de su parte inconsciente; le dice que no es inteligente actuar y que es tiempo de pensar, de recoger más información, de crear más opciones o explorar otras metas. La cuestión aquí es saber cuándo se es incongruente. Haga el siguiente ejercicio para aumentar su capacidad para identificar su señal de incongruencia.

Identificación de la señal de incongruencia: Piense en un momento pasado en que tuviera dudas sobre un plan; puede que pensara que era una buena idea, pero algo le decía que podía meterle en problemas. O podía verse a sí mismo haciéndolo, pero aun así tenía una extraña sensación.

Mientras está pensando en las reservas que tenía, habrá cierta sensación en una parte de su cuerpo —una imagen en particular o un sonido— que le haga saber que no está usted plenamente convencido. Esta es su señal de incongruencia. Familiarícese con esta señal, es una buena amiga y puede ahorrarle mucho dinero. Puede que quiera corroborarla con otras experiencias en las que usted sabía que tenía dudas o reservas. Ser capaz de detectar la incongruencia en su interior le evitará cometer muchos errores.

Los vendedores de coches usados tienen una pobre reputación de congruencia. La incongruencia también aparece en ciertos lapsus freudianos; alguien que ensalce el «estado de la tecnología mecánica» es alguien que claramente no está muy impresionado por la ciencia electrónica.  Detectar la incongruencia en los demás es esencial si tiene que tratarlos de forma sensible y efectiva.  Por ejemplo, un maestro al explicar una idea preguntará a los estudiantes si la entienden. El estudiante puede decir: «Sí», pero su tono de voz o expresión puede contradecirle. Al vender, un vendedor que no detecte la incongruencia en el comprador y luche contra ella, será difícil que haga una venta, y si la hace, generará remordimientos en el comprador y, por tanto, no habrá más negocios entre ellos.

Valores y Criterios: Nuestros valores afectan poderosamente a la congruencia de un objetivo. Los valores dan forma a lo que es importante para nosotros y están apoyados en las creencias. Los adquirimos, al igual que las creencias, de nuestras experiencias y del contacto con la familia y con amigos. Los valores se relacionan con nuestra identidad, y nos importan realmente; son los principios fundamentales según los que vivimos. Actuar en contra de nuestros valores nos hace incongruentes. Los valores nos motivan y dirigen, son los lugares importantes, las capitales de nuestro mapa del mundo. Los valores más duraderos e influyentes son elegidos libremente, no son impuestos; los elegimos siendo conscientes de sus consecuencias, y conllevan muchos sentimientos positivos.

A pesar de ello, los valores son, normalmente, inconscientes y apenas los exploramos de forma clara.  Para ir subiendo en una compañía, tendrá que aceptar los valores de esa compañía; si son diferentes de sus valores, le llevará a incongruencias. Una compañía puede que esté utilizando sólo medias personas si sus trabajadores clave tienen valores que chocan con los de ella.

La PNL emplea la palabra criterios para describir aquellos valores que son importantes en un contexto en particular.  Los criterios son menos generales y de menor amplitud que los valores; son las razones por las que usted hace algo, y lo que obtiene por ello. Por regla general, son nominalizaciones como salud, éxito, diversión, riqueza, éxtasis, amor, aprendizaje, etc.

Nuestros criterios son los que deciden por qué trabajamos, para quién trabajamos, con quién nos casamos (si nos casamos), cómo entablamos relaciones y dónde vivimos. Determinan el coche que conducimos, la ropa que nos compramos y adonde vamos a comer.

Compartir los valores o criterios de otra persona creará una buena sintonía. Si simpatizas con su cuerpo pero no con sus valores, difícilmente conseguirás una buena sintonía.
Compartir los valores de otro no significa que tengas que estar de acuerdo con ellos, sino que así muestras tu respeto hacia ellos.