Tomado del libro Tus Zonas Erroneas
Los sentimientos no son simples emociones que te suceden. Los
sentimientos son reacciones que eliges tener. Si eres dueño de tus
propias emociones, si las controlas, no tendrás que escoger reacciones
de autoderrota. Cuando aprendas que puedes sentir lo que prefieres o
eliges sentir, empezarás a encaminarte por la verdadera senda de la
"inteligencia". Esta senda es nueva porque tú considerarás a una emoción
dada como una opción y no como una condición de la vida. Éste es el
meollo y el alma misma de la libertad personal.
Con la lógica se puede atacar el mito del no estar a cargo o en control
de las propias emociones. Por medio de un simple silogismo (una
formulación lógica en la que se tiene una premisa mayor, una premisa
menor y una conclusión que se basa en un acuerdo entre las dos premisas)
puedes empezar el proceso de estar a cargo de ti mismo, tanto mental
como emocionalmente.
Lógico.- Silogismo
Premisa Principal: Aristóteles es un hombre.
Premisa Menor: Todos los hombres tienen pelo facial.
Conclusión: Aristóteles Tiene Pelo Facial.
Ilógico.- Silogismo
Premisa Mayor: Aristóteles tiene pelo en la cara.
Premisa Menor: Todos los hombres tienen pelo en la cara.
Conclusión: Aristóteles Es Un Hombre.
Está muy claro que cuando recurres a la lógica, debes tener cuidado de
que las premisas mayor y menor estén de acuerdo. En el segundo ejemplo
Aristóteles podría ser un mono o un topo. He aquí un ejercicio lógico
que puede descartar para siempre la noción de que tú no puedes hacerte
cargo de tu propio universo emocional.
Premisa Mayor: Yo puedo controlar mis pensamientos.
Premisa Menor: Mis sentimientos provienen de mis pensamientos.
Conclusión: Yo Puedo Controlar Mis Sentimientos.
La premisa mayor está clara. Tienes el poder de pensar lo que se te
ocurra. Si se te ocurre algo de improviso (algo que tú elegiste poner en
tu cabeza, aunque no sepas por qué lo hiciste), aún tienes el poder de
hacerlo desaparecer y por tanto sigues controlando tu universo mental.
Yo te puedo decir: "Piensa en un antílope color rosa", y tú lo puedes
volver verde o convertirlo en un jabalí, o puedes pensar simplemente en
cualquier otra cosa que quieras. Sólo tú puedes controlar lo que entra
en tu cabeza como un pensamiento. Si tú no crees en esto, contesta
simplemente esta pregunta: "Si no eres tú el que controla tus
pensamientos, ¿quién los controla? ¿Es acaso tu cónyuge, o tu jefe o tu
madre?".
Y si son ellos los que controlan lo que tú piensas, entonces mándalos a
ellos a que se hagan un tratamiento psicoterapéutico, y tú mejorarás
inmediatamente. Pero tú sabes que no es así. Tú y sólo tú puedes
controlar tu aparato pensante (fuera de casos extremos de lavado de
cerebro o de experimentos de condicionamiento que no forman parte de tu
vida). Tus pensamientos son tuyos, exclusivamente tuyos para hacer con
ellos lo que quieras, conservarlos, cambiarlos, compartirlos o
contemplarlos. Ninguna otra persona puede meterse dentro de tu cabeza y
tener tus pensamientos como tú los experimentas. Eres tú quien controla
realmente tus pensamientos, y tu cerebro es tuyo propio, y puedes usarlo
como quieras y determines.
Tu premisa menor no es discutible si examinas las pruebas históricas y
empleas tu sentido común. No puedes tener un sentimiento (emoción) sin
antes haber experimentado un pensamiento. Sin el cerebro desaparece tu
capacidad de "sentir". Un sentimiento es una reacción física a un
pensamiento. Si lloras, o te sonrojas, te late más fuerte el corazón o
te sucede cualquiera de las posibles reacciones emocionales de la
interminable lista de posibilidades, quiere decir que primero has
recibido una señal desde el centro del pensamiento. Cuando el centro del
pensamiento de tu mente está dañado o ha sufrido un cortocircuito, no
sientes emociones, no puedes sentirlas. Con cierto tipo de lesiones en
el cerebro no se siente ni el dolor físico, literalmente tu mano puede
quedar completamente achicharrada y frita al fuego y tú no sentir
ninguna sensación de dolor.
Tú sabes que no puedes neutralizar tu centro del pensamiento y al mismo
tiempo experimentar cualquier sensación en tu cuerpo. No es posible. Así
tu premisa menor se apoya en una verdad. Todas tus sensaciones te
llegan precedidas por un pensamiento, y sin la función el cerebro no
puedes experimentar sensaciones. La conclusión del silogismo es también
ineludible. Si tú controlas tus pensamientos, y tus sensaciones y
sentimientos provienen de tus pensamientos, entonces eres capaz de
controlar tus propios sentimientos y sensaciones. Y puedes controlar tus
sentimientos elaborando los pensamientos que los precedieron. Para
simplificar podemos decir que tú crees que son las cosas o la gente los
que te hacen infeliz, pero esto no es correcto. Eres tú el responsable
de tu desgracia porque son tus pensamientos respecto a las cosas y a la
gente que hay en tu vida los que te hacen infeliz. Para llegar a ser una
persona libre y sana tienes que aprender a pensar de forma diferente.
Cuando hayas logrado modificar tus pensamientos, entonces empezarán a
surgir tus nuevos sentimientos y habrás dado el primer paso en el camino
hacia tu libertad personal.
Consideremos el silogismo de una manera más personal tomando el caso de
Cal, un joven ejecutivo que se pasa la mayor parte del tiempo preocupado
y sufriendo porque su jefe piensa que es tonto. Cal es muy infeliz
porque su jefe tiene una opinión muy pobre de él. Pero si Cal no supiera
que su jefe piensa que él es tonto, ¿sería igualmente infeliz? Por
supuesto que no. ¿Cómo podría sentirse desgraciado por algo que ignora? O
sea, que lo que cree o deja de creer su jefe no es lo que lo hace
infeliz. Lo que Cal cree es lo que lo hace infeliz. Más aún, Cal es
responsable de su propia infelicidad al convencerse a sí mismo de que lo
que otra persona piensa es más importante que lo que él mismo piensa.
Esta misma lógica es aplicable a todos los acontecimientos, cosas y
puntos de vista de las personas. La muerte de alguien no es lo que te
apena; hasta enterarte no puedes haberte apenado, así que no es la
muerte la causa de tu pena sino lo que tú te dices respecto a ese hecho.
Los huracanes no son deprimentes por sí mismos; la depresión es algo
exclusivamente humano. Si te sientes deprimido a causa de un huracán es
que te estás diciendo a ti mismo cosas que te deprimen respecto al
huracán.
Esto no quiere decir que te debas engañar diciéndote cosas que te hagan
disfrutar del huracán, sino que más bien te preguntes a ti mismo: "¿Por
qué voy a escoger la depresión? ¿Acaso deprimirme me ayudará a
enfrentarme con el hecho del huracán de una manera más eficiente?".
Has crecido y te has desarrollado en un ambiente cultural que te ha
enseñado que no eres responsable de tus sentimientos y sensaciones,
aunque la verdad silogística te demuestre que siempre lo fuiste. Has
aprendido una cantidad de dichos para defenderte del hecho de que eres
tú el que controla tus sentimientos. He aquí una pequeña lista de frases
hechas que has usado una y otra vez. Examina los mensajes que envían
estas frases.
- "Me ofendes."
- "Me haces sentirme mal."
- "No puedo evitar sentir lo que siento."
- "Simplemente estoy enfadado, no me pidas que te explique por qué."
- "Esa persona me enferma."
- "Tengo miedo a las alturas."
- "Me avergüenzas."
- "Me acelero cuando ella está cerca de mí."
- "Me haces hacer el tonto en público."
Esta lista podría seguir interminablemente. Cada frase contiene dentro
de sí misma un mensaje que anuncia que no eres responsable de lo que
sientes. Ahora vuelve a escribir la lista correctamente, o sea, de
manera que refleje que eres tú quien controla lo que sientes y que tus
sentimientos y sensaciones provienen de los pensamientos que tienes
respecto a cualquier cosa.
- "Me ofendí por las cosas que me dije a mí mismo respecto a cómo reaccionaste tú ante mí."
- "Me hice sentirme mal.
- "Puedo evitar sentir lo que siento, pero he escogido estar enfadado."
- "He decidido sentirme enfadado porque generalmente puedo manipular a
los demás con mi enfado puesto que ellos piensan que yo los controlo."
- "Yo me enfermo a mí mismo."
- "Yo me asusto a mí mismo en las alturas."
- "Yo me avergüenzo de mí mismo."
- "Yo me excito cuando estoy cerca de ella."
- "Yo hago el tonto por tomar más en serio tus opiniones respecto a mí
mismo que las mías propias, y por creer que los demás hacen lo mismo."
Quizá tú crees que los dichos de la Lista 1 son simplemente figuras
retóricas que se han convertido en clichés que se usan en nuestro
ambiente cultural y que no tienen mayor significado. Pero si es así como
piensas entonces pregúntate a ti mismo por qué las frases de la Lista 2
no se han convertido en clichés. La respuesta está en la influencia de
nuestro ambiente cultural sobre nuestro pensamiento que nos enseña a
pensar como la Lista 1 y nos aleja de la lógica de la Lista 2.
El mensaje es claro como el cristal. Eres tú el responsable de lo que
sientes. Sientes lo que piensas, y puedes aprender a pensar
diferentemente sobre cualquier cosa, si decides hacerlo. Pregúntate a ti
mismo si vale la pena, si te compensa ser infeliz, estar deprimido o
sentirte herido u ofendido. Entonces examina, profundamente, el tipo de
pensamientos que te están llevando hacia estos sentimientos de
debilidad.
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