Escrito por Walter Riso
En el fenómeno de la infidelidad intervienen un sinnúmero de variables, cuyo peso dependerá de la historia personal, el compromiso asumido en la relación, la intensidad del amor, las estrategias de resolución de problemas que utilicen, la comunicación, los rasgos de personalidad, la seguridad de uno mismo, en fin, los posibilidades son muchas y ninguna excluye las otras.
No obstante y pese a la
complejidad del tema, si retomamos las investigaciones científicas y la
experiencia clínica, podríamos agrupar las causas de la infidelidad, al
menos en ocho categorías.
- 1. La primera tiene que ver con un efecto paradójico que no siempre se detecta a tiempo: creer que el amor nos hace inmunes. Esta sobrevaloración del amor, muy a pesar nuestro, nos hace bajar la guardia porque creemos que el sentimiento amoroso nos protege de las tentaciones. Nada más peligroso. Como ya he dicho antes, la fidelidad no es producto de la bioquímica, sino que depende de una decisión y un alerta permanente.
- 2. La segunda se refiere al intento irracional de buscar el amor perfecto, un amor que no genere dudas: la mujer diez o el hombre diez. Este perfeccionismo afectivo genera dos consecuencias negativas: a) saltar de una relación a otra, porque siempre es posible encontrar a alguien que supere en algún punto a la pareja y, b) ser totalmente intolerante ante los defectos o los errores de la persona supuestamente amada. A los individuos perfeccionistas en el amor, una fuerza irracional los empuja a buscar “algo mejor” y a rechazar la “defectuosa relación” que sostienen. En este contexto casi delirante y de insatisfacción constante, la infidelidad es solo cuestión de tiempo. La búsqueda es por definición, interminable y dolorosa.
- 3. La tercera causa se genera por la venganza o por el “ojo por ojo”. Lo que se busca es una “indemnización” para corazón y que repare orgullo herido. Pagar con la misma moneda: “si me eres infiel yo también seré”, “si me haces sufrir, yo haré lo mismo contigo”. La táctica no deja de ser contradictoria. A la hora de la verdad torturar al torturado me convierte en lo mismo que quiero eliminar: resarcir el despecho, despechando o reivindicar la dignidad, humillando, pues termina convirtiéndome en lo mismo que estoy criticando.
- 4. La cuarta causa hace referencia a las variables de personalidad (genéticas o aprendidas) que definen al infiel serial o crónico. Hay personas que no pueden vivir sin ser infieles, más allá de los riesgos y así sean descubiertos. Esta forma de “adicción al engaño” no tiene arreglo y cuando alguien cae en las redes de semejante individuo, llevara cuernos por el resto de su vida, por más que el otro prometa o vaya a terapia. No importa el género, sean hombre o mujeres, todo hace pensar que en algunas personas existe una tendencia biológica o psicológica exacerbada a engañar a sus parejas.
- 5. La quinta causa se desprende de la insatisfacción con la pareja. Un número considerable de personas que se sienten afectiva y sexualmente poco gratificados, tratan de “equilibrar” el déficit con una tercera persona que le ofrezca lo que no tiene en casa. Estos “infieles compensatorios” dicen haberlo intentado todo y que no les queda otro camino.
- 6. La sexta causa es la baja autoestima y una necesidad patológica de ser amado o amada a cualquier precio. Esta “necesidad” de amor es muy peligrosa para la salud mental, porque la cultura no alerta contra ella, como cualquier otra dependencia, sino que la exacerba. Resolver este vacío afectivo mediante relaciones furtivas conlleva por lo general a una conducta promiscua y poco digna.
- 7. La séptima causa se refiere a los viejos amores inconclusos, los que aparentemente terminaron antes de tiempo o no pudieron completarse afectiva o sexualmente. Un reencuentro con la persona que quedo “entre paréntesis” es acercarse peligrosamente a la hoguera. El refrán dice: “donde hubo fuego, ceniza quedan”, pero de acuerdo a mi experiencia profesional, muchas de estas aproximaciones en realidad funcionan como el ave fénix y lo que parecía acabado u olvidado, simplemente renace entre las cenizas.
- 8. La octava y última causa se vincula a ciertas características de los ciclos vitales. Hay acuerdos en que a determinadas edades se dispara cierta vulnerabilidad a los enredos afectivos y/o sexuales. Alguna persona comienza a sentir que la vida pasa rápido y que deben aprovecharla haciendo cosas que antes no fueron capaces de hacer por mojigaterías o miedo.
Es importante señalar
que las causas presentadas no son incompatibles entre sí y a veces
suelen coexistir al mismo tiempo, lo cual hace que la infidelidad sea
más difícil de erradicar y controlar.
Artículo original en: http://www.vivaorganicstore.com/blogs/relaciones/881-ipor-que-somos-infieles-ocho-causa-principales.html