miércoles, 20 de marzo de 2013

DESEOS PELIGROSOS

Tomado del libro Desapegarse sin Anestesia escrito por Walter Riso
No podemos desconocer  que algunos  deseos  son francamente peligrosos para la salud mental y física, ¿A quién no le ha pasado? A  veces aguantamos  las  tentaciones  estoicamente y otras nos rendimos a la mínima insinuación,  quizás porque nos pegan donde más nos duele o nos alegra.  Esta vinculación funciona como un cóncavo/convexo: si la semilla cae en terreno fértil, el apego prosperará, simplemente porque cada organismo tiene sus vulnerabilidades.
¡Qué  fácil es engancharse  adictivamente  al sexo si  te sobra testosterona e imaginación!  ¡Cuánta  atracción genera la fama,  el prestigio y la posición social si necesitas aparentar porque te sientes poca cosa! Algunos  prueban el crack  y no sienten  nada, otros quedan de inmediato  sometidos de por vida. Hay gente que juega con el amor y no se enamora, mientras que algunos caen rendidos ante la primera insinuación. Algunos, en cuanto huelen dinero, despliegan una ambición sin límites y se vuelcan a los negocios con la avidez de un perro de caza,  mientras que otros apenas se inmutan.

El Dalai Lama  defiende  la capacidad natural de desear, pero reconoce que algunos deseos son especialmente peligrosos  porque poseen un  atractivo intrínseco  que  los hace irresistibles. Las ¨inclinaciones peligrosas¨ (cada quien tiene las suyas) necesitan de un buen autoconocimiento para regularlas. La autoafirmación consciente es como sigue: ¨Reconozco que cuando se activa mi debilidad, las ganas me manejan y por eso es mejor mantenerme lejos de aquello que me daña¨. Modestia y evitación a tiempo: ¨Vade retro, Satanás¨. Por el contrario, si no hay riesgo de contraer adicciones ni lastimar a nadie, es mejor soltar el freno de emergencia y disfrutar hasta reventar. Este proceso de discernimiento es lo que en última instancia distingue a la persona sabia de la necia: desear lo que hay que desear en cantidades manejables y rechazar aquello que nos apegue.

Un  pescador  encontró  entre sus redes una botella de cobre con un tapón de plomo. Al abrirla apareció un genio que le concedió tres deseos. El pescador le pidió en primer lugar que le convirtiera en sabio para poder hacer una elección perfecta de los otros dos deseos. Una vez cumplida esta petición, el pescador reflexionó y dio las gracias al genio diciéndole que no tenía más deseos.

En la psicología budista, la palabra ¨deseo¨ suele ser traducida como ¨sed de posesión¨, ¨apetito¨, ¨ansia¨, ¨apetencia¨ (trishna, en sánscrito). Otras interpretaciones le otorgan al vocablo trishna un sentido más relacionado con el apego: ¨deseo de aferrarse a todo aquello que en realidad nos posee¨. Una analogía utilizada en el zen asocia la mente ¨infectada¨ por la sed del deseo con un mono loco y hambriento que se desplaza en una selva repleta de estímulos condicionados: inmanejable, insaciable, incontrolable. Se atribuye a Buda la siguiente afirmación en relación al poder del deseo: [No hay fuego semejante al deseo. No hay nada que apriete tanto como el odio. No hay nudo como el engaño. No hay cadena como el apego.]

Entonces, si posees ciertas vulnerabilidades  que no controlas, habrá  deseos que te manejarán a su amaño, te seducirán hasta enredarte y te quemarán por dentro mientras duren. Aceptemos que el fuego no es ni bueno ni malo en sí mismo, depende de cómo se utilice. Un pirómano hará desastres: no podrá vivir sin el incendio; un bombero lo apagará. Si conoces los ¨deseos peligrosos¨ a los cuales eres susceptible, puedes evitarlos a tiempo y no meterte en la boca del lobo. En psicología lo llamamos ¨control de estímulos¨: ¨Si sé que me vas a devorar, mejor no me acerco¨.

 

domingo, 10 de marzo de 2013

EL CEREBRO DESPUES DE LOS 50


El Dr. Juan Hitzig es autor del libro “Cincuenta y tantos, cuerpo y mente en forma aunque el tiempo siga pasando…”
En la página de Gerontología de la Universidad Maimónides se lee:
No hay duda de que el ser humano vive cada vez más. ¿Cómo hacer para que esta longevidad no sea una acumulación de dolencias y enfermedades, sino una etapa vital, plena de experiencias y desarrollo personal?
Las ideas centrales de este libro se basan en investigaciones que demuestran que alrededor de los cincuenta años se encuentra el Punto de Inflexión Biológica que define en qué forma envejeceremos. Transmitiendo experiencias y observaciones que ha hecho a lo largo de su carrera, el autor sugiere ideas y conclusiones que ayudarán a los lectores a acceder a una longevidad saludable. Tomando en cuenta aspectos biológicos, sociológicos, psicológicos e incluso espirituales, presenta una manera de encarar los próximos años que permitirá frenar el envejecimiento y renovar, con inteligencia, la segunda mitad de la vida de muchos.
Profesor de la Universidad Maimónides y reconocido gerontólogo dedicado a estudiar las causas de la longevidad saludable sostiene con humor que:
“El cerebro es un ‘músculo’ fácil de engañar; si sonríes cree que estás contenta(o) y te hace sentir mejor”.
Explica que el pensamiento es un evento energético que transcurre en una realidad intangible pero que rápidamente se transforma en emoción (del griego emotion,movimiento), un movimiento de neuroquímica y hormonas que cuando es negativo hace colapsar a nuestro organismo físico en forma de malestar, enfermedades e incluso de muerte. Con los años, el Dr. Hitzig ha desarrollado un alfabeto emocional que conviene  memorizar.
Las conductas con R:
Resentimiento, rabia, reproche, rencor, rechazo, resistencia, represión, Son generadoras de coRtisol, una potente hormona del estrés, cuya presencia prolongada en sangre es letal para las células arteriales ya que aumenta el riesgo de adquirir enfermedades cardio-cerebro-vasculares.
Las conductas generan actitudes D:
Depresión, desánimo, desesperación, desolación.
En cambio, las conductas con S: Serenidad, silencio, sabiduría, sabor, sexo, sueño, sonrisa, sociabilidad, sedación, son motorizadoras de Serotonina, una hormona generadora de tranquilidad que mejora la calidad de vida, aleja la enfermedad y retarda la velocidad del envejecimiento celular.
Las conductas generan actitudes A:
Animo, aprecio, amor, amistad, acercamiento.
Fíjate que así nos enteramos de que lo que siempre se llamó “hacerse mala sangre” no es más que un exceso de cortisol y una falta de serotonina en la sangre.
Algunas reflexiones más del Dr. Hitzig:
  • Presta atención a tus pensamientos pues se harán palabras.
  • Presta atención a  tus palabras pues se harán actitudes.
  • Presta atención a tus actitudes porque se harán conductas.
  • Presta atención a tus conductas porque se harán carácter.
  • Presta atención a tu carácter porque se hará biología. Practiquemos.
Hace muchos años el poeta Rabindranath Tagore decía: “Si tiene remedio, ¿de qué te quejas? Y si no tiene remedio, ¿de qué te quejas?” Podría servirnos para aprender a dejar las quejas y los pensamientos negativos de lado y buscar en cada situación el aspecto positivo ya que hasta la peor de  ellas lo tiene. De esa forma nos inundaría la serotonina con todas sus eses, la sonrisa se nos grabaría en las mejillas y todo ello nos ayudaría a vivir mucho mejor ese montón de años que la ciencia nos ha agregado. Porque, olvidaba escribirlo, el Dr. Hitzig ha comprobado con sus investigaciones que quienes envejecen bien son las personas  activas, sociables y sonrientes. No las rezongonas, malhumoradas y avinagradas que nadie quiere tener cerca.
Empecemos hoy practicando las ese frente al espejo para mejorar nuestro humor y cuidar nuestra salud. ¿Estás de acuerdo con el alfabeto emocional? ¿Qué abunda más en tu vida, S?
Suena lógico ¿verdad?
Finalmente todo es cuestión de actitud