M.D. Ing. Biomédico
Está en la naturaleza
humana irradiar al máximo de su potencial; y al hacerlo, disfrutar de la
felicidad que produce mejorar y evolucionar, contribuyendo a que muchos
otros también lo hagan. Para lograrlo lo más inteligente es ubicarse en
el contexto de máximo potencial de emanación para cada quien. ¿Qué
quiero decir con esto? Lo graficaré con un ejemplo: la vela encendida
ilumina por sí sola; ahora, cuando la colocamos en un altillo, logra su
máximo potencial de iluminación. Y si por el contrario, la colocamos
debajo de una cama, se minimiza su iluminación… siendo la misma vela,
con la misma capacidad de iluminar, sólo cambiando la ubicación,
logramos el máximo de iluminación. Igual sucede con los seres humanos,
emanamos luz, tenemos potencia, liberamos energía… energía humana
manifestada en nuestras emociones, nuestras acciones y en nuestro
emprendimiento; ahora, el impacto de esa energía que liberamos es
muchísimo mayor cuando nos ubicamos en el contexto de máximo potencial
evolutivo para cada uno de nosotros; en nuestro mejor altillo para
iluminar.
Nuestro máximo potencial estaría hoy ubicado en un contexto global, y para estar en él se requiere, además de nuestra iluminación y potencia emprendedora, sentirnos cómodos con el uso de las tecnologías, con el bilingüismo, y con la interculturalidad (interacción agradable y productiva con personas de otras culturas).
En cuanto a las tecnologías, cada vez más personas hacen conciencia, e incorporan a sus rituales, por no decir rutinas, el uso de internet para correos electrónicos, chat, audio chat, video chat, redes sociales, consultas y publicación de información en blogs, wikis y páginas web, entre otros. Es de importancia capital mantener siempre presente que las tecnologías amplifican los intereses. Si a una persona cualquiera le gusta aprender (prender o iluminar), o bien hacer negocios (liberar energía emprendedora), con el uso de las tecnologías puede aprender, o iluminar, mucho más, y hacer muchos más negocios liberando energía emprendedora; ¡pero ojo! Si alguna otra persona le gusta matar, o mejor, “suicidar” el tiempo, o incurrir en conductas inadecuadas (vivir en la oscuridad), con las tecnologías va a “suicidar” más el tiempo, y a incurrir con más frecuencia y contundencia en conductas inadecuadas u oscurantistas.
Con el uso inteligente de las tecnologías iluminas más; dado que, las utilizas para ubicarte en tu altillo; o bien, puedes oscurecerte si te lleva a ubicarte debajo de la cama.
En relación con el bilingüismo; y en particular con el aprendizaje del inglés, es mucho lo que se ha progresado, a la luz de nuevas teorías aportadas por la neurociencia, dando lugar al desarrollo de Tecnologías de Aprendizaje Creativo, que en últimas se constituyen en la adquisición de la competencia máxima: aprender a aprender.
Aprovechando la función cerebral; particularmente, la asombrosa capacidad del cerebro para hacer asociaciones y razonamiento simbólico, se estructuran actividades de aprendizaje acelerado de asociación con gran estimulación visual y auditiva, propiciando estados de lucidez, pensamiento claro y amplificación de la capacidad de memoria, que hacen del aprendizaje del inglés una vivencia de gran deleite.
Por ejemplo: la palabra “zanahoria” en inglés se pronuncia “carrot”. Cuando imaginamos vívidamente, u observamos en la pantalla de un pc, un “carro” de tamaño real, con una “zanahoria” encima, fijamos en nuestra mente tal imagen inverosímil, y recordaremos con solvencia que “zanahoria” en inglés es “carrot”.
Además de tal estimulación visual, la auditiva logra el complemento sustancial para codificar en nuestra mente la palabra en inglés, y así pronunciarlas y escucharlas con seguridad y naturalidad. Permítanme explicar un concepto lingüístico fundamental: el signo lingüístico, con un ejemplo. Cuando pronuncio la palabra “casa”, es un sonido. Sin embargo, cuando pienso en el sonido de la palabra “casa” ¡no es un sonido!, es la imagen del sonido en mi mente, o imagen acústica. El signo lingüístico es la asociación mental entre la imagen física de un objeto, en este caso la imagen de una “casa”, con la imagen acústica del sonido “casa”. Y es el signo lingüístico la verdadera codificación de una palabra del lenguaje.
Lamentablemente, después de los nueve años, se genera un arraigo de los sonidos del español, o fonemas, de tal forma que los sonidos del inglés que no existen en el español, los distorsionamos; en otras palabras, no los escuchamos. Se requieren ejercicios para el desarrollo de sensibilidad auditiva, o desarrollo del oído, para el inglés, para poder escuchar sin distorsión los fonemas del inglés. Ya teniendo oído para el inglés, se logra crear la imagen acústica cuya vinculación a la imagen visual conforman el signo lingüístico. Un sordo no logra hablar, a pesar de contar con un aparato fonatorio (laringe, cuerdas vocales, lengua, etc) en buen estado, porque, al no escuchar, no es capaz de configurar la imagen acústica, y por ende, no puede pronunciar.
En realidad, la gramática no es lo más importante. Y mucho menos, la manera tan confusa como lo presenta la tradición académica. Lo más importante es el vocabulario; como en principio lo observamos en los niños, quienes no saben de gramática y comienzan con el sólo vocabulario. Después del vocabulario asimilado con seguridad y naturalidad, se requiere de una comprensión lógica del orden y tipo de palabras, más que gramaticalismos academicistas y frustrantes.
Es de anotar, que cuando se superan barreras, antes infranqueables, como pasa en muchos casos con el aprendizaje del inglés, se genera una sensación de expansión intelectual y despertar mental, acompañado de un gran aumento de la autoestima.
Recordemos que el cerebro corresponde al 2% de la masa corporal, y que consume el 20% de la energía del cuerpo; lo que implica un consumo de energía desproporcionado para poder dar iluminación a las exigentes funciones de la mente. Aprovechando la función cerebral, no sólo se asimila más rápidamente el inglés, sino también, se mejoran las funciones mentales en general. Aprender se constituye en una especie de gimnasia intelectual, el cual favorece el consumo de energía cerebral mejorando sustancialmente la cognición (procesos de pensamiento), y por ende nuestra capacidad para iluminar como seres eminentemente mentales y espirituales. Invertir tiempo en aprender, y en particular, aprender a aprender, es invertir aportar energía a nuestro más precioso patrimonio: nuestras mentes.
Por último, para lograr el mejor manejo de las relaciones multiculturales, es preciso mantener presente que todas las culturas tienen rasgos espectaculares dignos de ser imitados; así como también, rasgos muy inconvenientes; incluso nuestra propia cultura tiene rasgos extraordinarios, así como otros inconvenientes. Resulta muy sensato tomar y apropiarnos de los mejores rasgos de cada cultura con la que tenemos contacto, y cuidarnos de los rasgos inconvenientes, aún de nuestra propia cultura. En otras palabras, ser de mente abierta. La verdad absoluta no existe. Existen los acuerdos y convenciones que nos hacen afines con ciertas comunidades.
Así como el bilingüismo, aporta a nuestra iluminación en términos de competencias profesionales, y mejoramiento de las funciones mentales, contribuye también a entender mejor las culturas de habla inglesa, toda vez que cada lengua lleva implícita los rasgos culturales de sus hablantes nativos, transferibles a quienes aprenden dicha lengua.
Lograr iluminación productiva, sin ser monje tibetano, en medio de un sistema capitalista, plagado de tensiones y gran contaminación emocional, requiere fundamentalmente del uso inteligente, y en comunidad, de las herramientas que proporciona el sistema; para lo cual es el desarrollo de nuestra mente “aprendiente” el determinante fundamental.
Los sistemas no son ni buenos, ni malos: son sistemas. Es el ser humano quien determina, con el uso que se le dé, lo bueno y lo malo del sistema.
En conclusión, contamos con la fortuna de haber nacido siendo parte de la civilización de la que hoy participamos, con acceso fácil a tecnologías de información, bilingüismo e interacción multicultural; los cuales, sumando a las potencialidades de cada persona, constituyen el altillo de máximo potencial de iluminación productiva en tiempos globales; para así, disfrutar de la felicidad que produce mejorar y evolucionar, contribuyendo a que muchos otros también lo hagan.
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