Tomado de El Tao de la Salud, El Sexo y La Larga Vida
“Purgar los
intestinos elimina la fuente del veneno, y permite así que la sangre y
la energía se regeneren naturalmente. Limpiando los intestinos reparamos
el cuerpo.” [Chai Yuhua]

Si permanece inmóvil
durante el tiempo suficiente en las orillas de un río, un lago o un
estanque al que acudan garzas y otros pájaros similares de pico largo
para pescar y alimentarse, podrá observar un curioso hábito. De vez en
cuando, alguna garza se llena el pico de agua, vuelve la cabeza e
introduce la punta del pico en su propio ano para impulsar el agua hacia
sus intestinos, a fin de forzar la expulsión de los residuos
putrefactos y otros restos de su alimentación a base de pescado. ¿Quién
enseñó a estos pájaros a hacer tal cosa? La naturaleza. Y no hay ningún
maestro que los taoístas respeten más que la propia naturaleza.
Hoy en día, la simple
mención de la palabra «colon» resulta embarazosa. Sugiérale a alguien
que haga pasar unos 20 litros de agua tibia a su través, y el embarazo
se convierte en suspicacia o en verdadero pánico. Los médicos se
resisten a hablar siquiera del asunto, y se niegan de plano a
administrar irrigaciones colónicas a los pacientes que las solicitan.
Tal y como lo expresó cierto médico neoyorquino, consideran que las
irrigaciones colónicas «desaparecieron con el carricoche de caballos»
hace ya un siglo. Los médicos tampoco quieren oír hablar de la terapia
nutricional, de los remedios naturales, del ayuno, de la respiración
terapéutica, de la meditación y otros métodos «anticuados» que ellos
mismos ya no entienden. En la Unión Soviética, empero, es parte del
procedimiento habitual en todos los hospitales y clínicas el administrar
una limpieza colónica a fondo a todos los pacientes que ingresan, sea
cual sea su enfermedad. Los médicos soviéticos son conscientes de que no
se puede administrar correctamente ninguna cura para ninguna enfermedad
a un organismo sucio e intoxicado, incapaz de asimilar y utilizar los
medicamentos. Un cuerpo desvitalizado por la toxemia crónica tampoco
tiene la suficiente fuerza ni energía para recuperarse plenamente de
tratamientos tan agresivos como la anestesia, la cirugía y la terapia
química.
Como argumento en favor
de las irrigaciones colónicas, fijémonos en la neumonía. A comienzos de
siglo, antes de que este dudoso honor le fuera arrebatado por el cáncer y
los trastornos cardíacos, la neumonía era la principal causa de muerte
en los Estados Unidos. En aquella época, el Dr. J. H. Tilden, de Denver
(Colorado), que era especialista en neumonía y trató a más pacientes de
esta enfermedad que ningún otro médico de que quede constancia, jamás
perdió ni un solo paciente por esta temida dolencia. Tan asombroso
récord lo consiguió basándose exclusivamente en el ayuno y las
irrigaciones colónicas, y siguiendo luego con estrictas dietas de
alimentos naturales en estado crudo. Actualmente, la neumonía sigue
cobrándose numerosas víctimas entre las personas de edad y los pacientes
debilitados, a pesar de todos los medicamentos modernos que se emplean
para combatirla.
En 1935, a los 40 años de
edad, V. E. Irons sufrió una rara y sumamente dolorosa forma de
artritis que hoy se conoce como «espondilosis anquilosante». Esta
afección se debe al calcio no asimilado (como el que lleva la leche
pasteurizada) que se deposita en las vértebras de la columna, donde
gradualmente forma unos espolones que hacen que toda la espalda se
encorve hacia adelante, hasta que, al cabo de 10 o 20 años, la víctima
queda encorvada de por vida. Cuando le comunicaron que su enfermedad no
tenía cura, Irons comenzó a investigar por su propia cuenta y, como
cualquier persona que busque durante el suficiente tiempo y con el
suficiente interés la verdadera causa de una enfermedad degenerativa
crónica, la encontró acechando en su propio colon obstruido. Como él
mismo lo cuenta: A los dos meses ya no sentía dolor al desplazarme, y a
los 14 meses prácticamente habían desaparecido los espolones. Y todo
gracias a la limpieza, al ayuno y los alimentos naturales. ¡Sin
medicamentos!
No hay que confundir las
irrigaciones colónicas con las lavativas. En el mejor de los casos, las
lavativas limpian el recto y una pequeña parte del colon descendente,
pero no llegan a las porciones transversal y ascendente. Además, la
administración de una lavativa puede resultar muy aparatosa. Las
irrigaciones colónicas, en cambio, envían un chorro de agua a través de
toda la longitud del colon, en un flujo continuo. En lugar de un par de
litros, una irrigación colónica hace pasar por el colon unos 20 litros
de agua durante una sola sesión.
Si no está usted decidido
a administrarse sus propias irrigaciones colónicas en casa, y puesto
que su médico no querrá o no podrá hacérselas, tendrá que encontrar una
clínica colónica. Las clínicas suelen administrar las irrigaciones por
medio de una bomba, lo cual exige la supervisión de un terapeuta
preparado.
EL AYUNO
El ayuno es uno de los mecanismos curativos naturales más antiguos del mundo. Todos los animales, salvo el hombre moderno, ayunan instintivamente cuando están enfermos.
El ayuno desencadena un
proceso de limpieza verdaderamente maravilloso, que llega hasta la
última célula y el último tejido del organismo. A las 24 horas de
suspender la ingestión de alimentos, las enzimas dejan de entrar en el
estómago para dirigirse en cambio a los intestinos y al torrente
sanguíneo, por el que van circulando y destruyendo todo tipo de
productos de desecho, tales como células muertas y enfermas, microbios
indeseables, subproductos del metabolismo y sustancias contaminantes.
Todos los órganos y glándulas reciben un necesario y bien merecido
descanso, durante el cual se purifican y rejuvenecen sus tejidos y se
regulan y equilibran sus funciones. Todo el canal digestivo se vacía, y
lo que sale por su extremo inferior seguramente sorprenderá y asqueará a
quienes ayunan por primera vez, hasta el extremo de hacerles adoptar el
ayuno y la limpieza de colon como hábitos permanentes.
El beneficio más
importante del ayuno tal vez sea que limpia y depura a fondo la
corriente sanguínea. La sangre tiene la función de transportar oxígeno y
nutrientes a todas las células del cuerpo, y debe también retirar los
residuos metabólicos de las células para que sean excretados por los
riñones y los pulmones.
Asimismo, la sangre es el
«vigilante» inmunológico del cuerpo, que hace circular las enzimas, los
glóbulos blancos y otros factores inmunitarios durante las 24 horas del
día, en misiones de «búsqueda y destrucción» de los invasores. Y la
sangre sucia no puede realizar correctamente estas funciones. En
consecuencia, se instaura la desnutrición, disminuye la resistencia, la
toxemia se vuelve crónica y los gérmenes disponen de plena libertad para
invadir los tejidos más vulnerables.
A menos que
lleve usted una vida ascética alejada de la civilización y evite todas
las aberraciones alimentarias, su sangre y sus demás tejidos están
forzosamente acumulando toxinas y perdiendo poco a poco su vitalidad
funcional. Si no se limpia de estas toxinas de una forma regular, la
toxemia se vuelve cada vez más grave, hasta que el cuerpo es incapaz de
seguir soportándola y, o bien se purga espontáneamente en forma de
diarrea, acné, erupciones, « manchas marrones», sudor maloliente, hedor
corporal, halitosis y demás, o bien renuncia por completo a la lucha y
cae víctima de un cáncer, una tuberculosis o cualquier otra enfermedad.
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Un boletín de Associated
Press fechado el 28 de mayo de 1986 informa sobre los siguientes
resultados del ayuno forzado en ratas de laboratorio, obtenidos en un
reciente estudio sobre el envejecimiento que fue llevado a cabo en los
Estados Unidos: Cuando la dieta de las ratas de laboratorio es
drásticamente reducida, las ratas viven mucho más tiempo que aquellas
otras, en todo lo demás idénticas, a las que se permite comer tanto como
quieran. De hecho, los investigadores declaran que esta limitación de
los alimentos es la única forma que conocen de prolongar
significativamente la duración normal de la vida de estos roedores.
El ayuno también
restablece el adecuado pH de la sangre. El Yin y el Yang de la dieta y
la digestión se traduce a la terminología científica occidental como
equilibrio ácido/básico. La acidosis de la sangre se ha convertido en
una importante afección de la civilización contemporánea, y es la
responsable de toda clase de desgracias. Cuando la acidez de la sangre
alcanza niveles intolerables, la corriente sanguínea deposita el ácido
en las diversas articulaciones, en forma de cristales que luego forman
«espolones» que literalmente «sueldan» las articulaciones y sustituyen
al líquido sinovial que las lubrifica naturalmente. La consecuencia es
una dolorosa e incapacitante artritis. El ayuno permite que las enzimas
entren en las articulaciones y disuelvan dichos cristales, con lo que se
restaura el líquido sinovial y se recobra la movilidad de la
articulación. El ayuno elimina también la acidosis de la propia
corriente sanguínea. De hecho, los desagradables efectos secundarios que
se perciben durante los tres primeros días de un ayuno se deben
únicamente a que estos cristales ácidos y otras toxinas entran en la
corriente sanguínea en masa para ser eliminados.
El ayuno constituye una
excelente terapia para los trastornos mentales. En Rusia, donde el ayuno
recibe el nombre de «cura de hambre», se han obtenido resultados
espectaculares. En 1972, el Dr. Yuri Nikola yev, del Instituto de
investigaciones Psiquiátricas de Moscú, informó que había tratado con
éxito a más de 7.000 pacientes que sufrían diversos trastornos
psíquicos, como esquizofrenias y neurosis.
¿Padece usted de
impotencia o esterilidad? Quizás haría bien en buscar al culpable en su
colon. Los cólones obstruidos e intoxicados afectan negativamente a la
sexualidad masculina y femenina al oprimir, y por tanto, perturbar, los
órganos y glándulas sexuales. Se han comunicado numerosos casos de
matrimonios que, tras 10 o 20 años de «esterilidad», han engendrado
repentinamente un hijo tras unos cuantos ayunos terapéuticos combinados
con irrigaciones colónicas.
El médico Chang
Tsungcheng de la dinastía Sung, en el siglo x de nuestra era, escribió
detenidamente sobre los beneficios terapéuticos de limpiar el colon de
las toxinas y residuos en él acumulados, y recomendó esta terapia para
toda clase de trastornos en apariencia dispares, tales como indigestión,
estreñimiento, problemas respiratorios, jaquecas y fiebres,
articulaciones rígidas y doloridas, anomalías mentales y emocionales,
etc. Según dejó escrito, todos los médicos saben que la libre
circulación de la sangre y la energía vital son los más importantes
factores de la salud. Pero si el estómago y los intestinos están
bloqueados, entonces la sangre y la energía se estancan.
El método taoísta
tradicional para la limpieza del colon consistía en ayunos combinados
con potentes hierbas purgantes que disolvían las mucosidades y dragaban
los residuos del colon. Hoy en día, los laxantes y purgantes químicos
han llegado a figurar entre los medicamentos más vendidos del mundo
occidental, donde el estreñimiento se ha convertido en un problema
crónico para jóvenes y viejos, hombres y mujeres por igual.
A diferencia de las
hierbas naturales que los médicos chinos todavía utilizan para purgar
los intestinos, en combinación con ayunos terapéuticos y terapia
nutricional, estos laxantes occidentales están compuestos por productos
químicos inorgánicos que resultan absolutamente incompatibles con el
organismo humano. Para producir su efecto, irritan tan intensamente las
mucosas del colon que éste literalmente se contrae como una serpiente
herida para expulsar la perniciosa droga junto con cualquier residuo
suelto que se encuentre en su camino. Estos laxantes no hacen nada en
absoluto para desprender las profundas incrustaciones de desechos
proteínicos putrefactos, residuos tóxicos de la fermentación y capas de
mucosidades secas.
Con el uso prolongado, dichos productos acaban
debilitando tanto los intestinos que al fin cesan completamente de
funcionar sin el estímulo artificial de laxantes cada vez más potentes. Y
cuando éstos ya no hacen efecto, el siguiente paso del desventurado
paciente es acudir al quirófano para que le hagan una colostomía.
Por fortuna, existe otra
forma mejor de limpiar el colon y restaurar la actividad intestinal
normal, forma basada únicamente en el elemento más abundante y más vital
de la naturaleza: el agua. Se trata de un sistema mecánico, sin ningún
producto químico, que limpia completamente el colon de heces bloqueadas y
de residuos tóxicos incrustados sin producir ningún efecto secundario
en absoluto. Este método es la irrigación colónica.
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