miércoles, 7 de marzo de 2012

DESINTOXICACION DEL ORGANISMO



Tomado de El Tao de la Salud, El Sexo y La Larga Vida

“Purgar los intestinos elimina la fuente del veneno, y permite así que la sangre y la energía se regeneren naturalmente. Limpiando los intestinos reparamos el cuerpo.” [Chai Yuhua]

EL COLON SE DESATASCA CON AGUA

Si permanece inmóvil durante el tiempo suficiente en las orillas de un río, un lago o un estanque al que acudan garzas y otros pájaros similares de pico largo para pescar y alimentarse, podrá observar un curioso hábito. De vez en cuando, alguna garza se llena el pico de agua, vuelve la cabeza e introduce la punta del pico en su propio ano para impulsar el agua hacia sus intestinos, a fin de forzar la expulsión de los residuos putrefactos y otros restos de su alimentación a base de pescado. ¿Quién enseñó a estos pájaros a hacer tal cosa? La naturaleza. Y no hay ningún maestro que los taoístas respeten más que la propia naturaleza. 

Hoy en día, la simple mención de la palabra «colon» resulta embarazosa. Sugiérale a alguien que haga pasar unos 20 litros de agua tibia a su través, y el embarazo se convierte en suspicacia o en verdadero pánico. Los médicos se resisten a hablar siquiera del asunto, y se niegan de plano a administrar irrigaciones colónicas a los pacientes que las solicitan. Tal y como lo expresó cierto médico neoyorquino, consideran que las irrigaciones colónicas «desaparecieron con el carricoche de caballos» hace ya un siglo. Los médicos tampoco quieren oír hablar de la terapia nutricional, de los remedios naturales, del ayuno, de la respiración terapéutica, de la meditación y otros métodos «anticuados» que ellos mismos ya no entienden. En la Unión Soviética, empero, es parte del procedimiento habitual en todos los hospitales y clínicas el administrar una limpieza colónica a fondo a todos los pacientes que ingresan, sea cual sea su enfermedad. Los médicos soviéticos son conscientes de que no se puede administrar correctamente ninguna cura para ninguna enfermedad a un organismo sucio e intoxicado, incapaz de asimilar y utilizar los medicamentos. Un cuerpo desvitalizado por la toxemia crónica tampoco tiene la suficiente fuerza ni energía para recuperarse plenamente de tratamientos tan agresivos como la anestesia, la cirugía y la terapia química.

Como argumento en favor de las irrigaciones colónicas, fijémonos en la neumonía. A comienzos de siglo, antes de que este dudoso honor le fuera arrebatado por el cáncer y los trastornos cardíacos, la neumonía era la principal causa de muerte en los Estados Unidos. En aquella época, el Dr. J. H. Tilden, de Denver (Colorado), que era especialista en neumonía y trató a más pacientes de esta enfermedad que ningún otro médico de que quede constancia, jamás perdió ni un solo paciente por esta temida dolencia. Tan asombroso récord lo consiguió basándose exclusivamente en el ayuno y las irrigaciones colónicas, y siguiendo luego con estrictas dietas de alimentos naturales en estado crudo. Actualmente, la neumonía sigue cobrándose numerosas víctimas entre las personas de edad y los pacientes debilitados, a pesar de todos los medicamentos modernos que se emplean para combatirla.

En 1935, a los 40 años de edad, V. E. Irons sufrió una rara y sumamente dolorosa forma de artritis que hoy se conoce como «espondilosis anquilosante». Esta afección se debe al calcio no asimilado (como el que lleva la leche pasteurizada) que se deposita en las vértebras de la columna, donde gradualmente forma unos espolones que hacen que toda la espalda se encorve hacia adelante, hasta que, al cabo de 10 o 20 años, la víctima queda encorvada de por vida. Cuando le comunicaron que su enfermedad no tenía cura, Irons comenzó a investigar por su propia cuenta y, como cualquier persona que busque durante el suficiente tiempo y con el suficiente interés la verdadera causa de una enfermedad degenerativa crónica, la encontró acechando en su propio colon obstruido. Como él mismo lo cuenta: A los dos meses ya no sentía dolor al desplazarme, y a los 14 meses prácticamente habían desaparecido los espolones. Y todo gracias a la limpieza, al ayuno y los alimentos naturales. ¡Sin medicamentos!

No hay que confundir las irrigaciones colónicas con las lavativas. En el mejor de los casos, las lavativas limpian el recto y una pequeña parte del colon descendente, pero no llegan a las porciones transversal y ascendente.  Además, la administración de una lavativa puede resultar muy aparatosa. Las irrigaciones colónicas, en cambio, envían un chorro de agua a través de toda la longitud del colon, en un flujo continuo.  En lugar de un par de litros, una irrigación colónica hace pasar por el colon unos 20 litros de agua durante una sola sesión.

Si no está usted decidido a administrarse sus propias irrigaciones colónicas en casa, y puesto que su médico no querrá o no podrá hacérselas, tendrá que encontrar una clínica colónica. Las clínicas suelen administrar las irrigaciones por medio de una bomba, lo cual exige la supervisión de un terapeuta preparado.

EL AYUNO


El ayuno es uno de los mecanismos curativos naturales más antiguos del mundo. Todos los animales, salvo el hombre moderno, ayunan instintivamente cuando están enfermos.
 
El ayuno desencadena un proceso de limpieza verdaderamente maravilloso, que llega hasta la última célula y el último tejido del organismo. A las 24 horas de suspender la ingestión de alimentos, las enzimas dejan de entrar en el estómago para dirigirse en cambio a los intestinos y al torrente sanguíneo, por el que van circulando y destruyendo todo tipo de productos de desecho, tales como células muertas y enfermas, microbios indeseables, subproductos del metabolismo y sustancias contaminantes. Todos los órganos y glándulas reciben un necesario y bien merecido descanso, durante el cual se purifican y rejuvenecen sus tejidos y se regulan y equilibran sus funciones.  Todo el canal digestivo se vacía, y lo que sale por su extremo inferior seguramente sorprenderá y asqueará a quienes ayunan por primera vez, hasta el extremo de hacerles adoptar el ayuno y la limpieza de colon como hábitos permanentes.

El beneficio más importante del ayuno tal vez sea que limpia y depura a fondo la corriente sanguínea. La sangre tiene la función de transportar oxígeno y nutrientes a todas las células del cuerpo, y debe también retirar los residuos metabólicos de las células para que sean excretados por los riñones y los pulmones.

Asimismo, la sangre es el «vigilante» inmunológico del cuerpo, que hace circular las enzimas, los glóbulos blancos y otros factores inmunitarios durante las 24 horas del día, en misiones de «búsqueda y destrucción» de los invasores. Y la sangre sucia no puede realizar correctamente estas funciones. En consecuencia, se instaura la desnutrición, disminuye la resistencia, la toxemia se vuelve crónica y los gérmenes disponen de plena libertad para invadir los tejidos más vulnerables.

A menos que lleve usted una vida ascética alejada de la civilización y evite todas las aberraciones alimentarias, su sangre y sus demás tejidos están forzosamente acumulando toxinas y perdiendo poco a poco su vitalidad funcional.  Si no se limpia de estas toxinas de una forma regular, la toxemia se vuelve cada vez más grave, hasta que el cuerpo es incapaz de seguir soportándola y, o bien se purga espontáneamente en forma de diarrea, acné, erupciones, « manchas marrones», sudor maloliente, hedor corporal, halitosis y demás, o bien renuncia por completo a la lucha y cae víctima de un cáncer, una tuberculosis o cualquier otra enfermedad.


Un boletín de Associated Press fechado el 28 de mayo de 1986 informa sobre los siguientes resultados del ayuno forzado en ratas de laboratorio, obtenidos en un reciente estudio sobre el envejecimiento que fue llevado a cabo en los Estados Unidos: Cuando la dieta de las ratas de laboratorio es drásticamente reducida, las ratas viven mucho más tiempo que aquellas otras, en todo lo demás idénticas, a las que se permite comer tanto como quieran.  De hecho, los investigadores declaran que esta limitación de los alimentos es la única forma que conocen de prolongar significativamente la duración normal de la vida de estos roedores.

El ayuno también restablece el adecuado pH de la sangre. El Yin y el Yang de la dieta y la digestión se traduce a la terminología científica occidental como equilibrio ácido/básico.  La acidosis de la sangre se ha convertido en una importante afección de la civilización contemporánea, y es la responsable de toda clase de desgracias. Cuando la acidez de la sangre alcanza niveles intolerables, la corriente sanguínea deposita el ácido en las diversas articulaciones, en forma de cristales que luego forman «espolones» que literalmente «sueldan» las articulaciones y sustituyen al líquido sinovial que las lubrifica naturalmente. La consecuencia es una dolorosa e incapacitante artritis.  El ayuno permite que las enzimas entren en las articulaciones y disuelvan dichos cristales, con lo que se restaura el líquido sinovial y se recobra la movilidad de la articulación.  El ayuno elimina también la acidosis de la propia corriente sanguínea. De hecho, los desagradables efectos secundarios que se perciben durante los tres primeros días de un ayuno se deben únicamente a que estos cristales ácidos y otras toxinas entran en la corriente sanguínea en masa para ser eliminados.

El ayuno constituye una excelente terapia para los trastornos mentales. En Rusia, donde el ayuno recibe el nombre de «cura de hambre», se han obtenido resultados espectaculares.  En 1972, el Dr. Yuri Nikola yev, del Instituto de investigaciones Psiquiátricas de Moscú, informó que había tratado con éxito a más de 7.000 pacientes que sufrían diversos trastornos psíquicos, como esquizofrenias y neurosis. 

¿Padece usted de impotencia o esterilidad? Quizás haría bien en buscar al culpable en su colon. Los cólones obstruidos e intoxicados afectan negativamente a la sexualidad masculina y femenina al oprimir, y por tanto, perturbar, los órganos y glándulas sexuales.  Se han comunicado numerosos casos de matrimonios que, tras 10 o 20 años de «esterilidad», han engendrado repentinamente un hijo tras unos cuantos ayunos terapéuticos combinados con irrigaciones colónicas.

El médico Chang Tsungcheng de la dinastía Sung, en el siglo x de nuestra era, escribió detenidamente sobre los beneficios terapéuticos de limpiar el colon de las toxinas y residuos en él acumulados, y recomendó esta terapia para toda clase de trastornos en apariencia dispares, tales como indigestión, estreñimiento, problemas respiratorios, jaquecas y fiebres, articulaciones rígidas y doloridas, anomalías mentales y emocionales, etc. Según dejó escrito, todos los médicos saben que la libre circulación de la sangre y la energía vital son los más importantes factores de la salud. Pero si el estómago y los intestinos están bloqueados, entonces la sangre y la energía se estancan.

El método taoísta tradicional para la limpieza del colon consistía en ayunos combinados con potentes hierbas purgantes que disolvían las mucosidades y dragaban los residuos del colon. Hoy en día, los laxantes y purgantes químicos han llegado a figurar entre los medicamentos más vendidos del mundo occidental, donde el estreñimiento se ha convertido en un problema crónico para jóvenes y viejos, hombres y mujeres por igual.

A diferencia de las hierbas naturales que los médicos chinos todavía utilizan para purgar los intestinos, en combinación con ayunos terapéuticos y terapia nutricional, estos laxantes occidentales están compuestos por productos químicos inorgánicos que resultan absolutamente incompatibles con el organismo humano.  Para producir su efecto, irritan tan intensamente las mucosas del colon que éste literalmente se contrae como una serpiente herida para expulsar la perniciosa droga junto con cualquier residuo suelto que se encuentre en su camino. Estos laxantes no hacen nada en absoluto para desprender las profundas incrustaciones de desechos proteínicos putrefactos, residuos tóxicos de la fermentación y capas de mucosidades secas. 

Con el uso prolongado, dichos productos acaban debilitando tanto los intestinos que al fin cesan completamente de funcionar sin el estímulo artificial de laxantes cada vez más potentes. Y cuando éstos ya no hacen efecto, el siguiente paso del desventurado paciente es acudir al quirófano para que le hagan una colostomía.

Por fortuna, existe otra forma mejor de limpiar el colon y restaurar la actividad intestinal normal, forma basada únicamente en el elemento más abundante y más vital de la naturaleza: el agua.  Se trata de un sistema mecánico, sin ningún producto químico, que limpia completamente el colon de heces bloqueadas y de residuos tóxicos incrustados sin producir ningún efecto secundario en absoluto. Este método es la irrigación colónica.

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