lunes, 2 de abril de 2012

MORIR POR AMOR

Tomado del Libro "Mujeres que aman demasiado", escrito por Robin Norwood
 
"Todos cada uno de nosotros,
estamos llenos de horror .Si te casas
para espantar tu horror, sólo lograrás
casar tu horror con el de otra persona;
los dos horrores tendrá el matrimonio,
tu sangrarás y llamarás a eso Amor." Michael ventura, “Bailando con la propia sombra de la zona matrimonial”
 
Fumando un cigarrillo tras otro, con los hombros erguidos y tensos, Margo movía la pierna cruzada rápidamente hacia delante y hacia atrás, y su pie daba un impulso extra al final de cada oscilación, Estaba sentada muy tiesa, inclinada hacia delante, junto a la ventana en la sala de espera, mirando fijamente uno de los paisajes más bellos del mundo: Los techos de tejas rojas de Saint Bárbara trepaban las colinas
azules y púrpuras sobre el océano, pero la escena ligeramente teñida de rosa, y oro en aquella cálida tarde de verano, no lograba comunicar su tranquilidad española al rostro de Margo. Parecía una mujer apresurada, y en efecto lo era.
Cuando le señale el camino, se movió con rapidez, con sus
tacones golpeando en el suelo; entro en mi consultorio y se sentó, nuevamente al borde de la silla, y me clavo la mirada.
_ ¿Cómo sé si usted me va a ayudar? Nunca hice esto de venir a hablar con alguien sobre mi vida. ¿Como se si valdrá el tiempo y el dinero?
Yo sabia que también trataba de preguntarme: “ ¿ Como se si
puedo confiar en que usted se interese por mí si lo dejo ver como soy en realidad ¿” Por eso. Con mi respuesta intente contestar ambas preguntas.
- La terapia requiere una inversión de tiempo y dinero: pero la gente nunca viene, siquiera a su primer consulta, a menos que en su vida este sucediendo algo muy temible o muy doloroso, algo que ya se han esforzado por dominar pero nunca lo han logrado. Nadie viene por casualidad a ver a un terapeuta. Estoy segura de que tú debes de haberlo pensado mucho antes de decidirte a venir.
 
La precisión de esa declaración pareció aliviarla un poco, y se
permitió recostarse en la silla con un leve suspiro.
-Tal vez debí hacer esto hace quince años, o antes, pero ¿cómo sabía que necesitaba ayuda? Yo creía que me iba bien. Y en algunos aspectos así era.....inclusive ahora. Tengo un buen empleo y gano un sueldo decente. _ Se detuvo de pronto y luego, con actitud más reflexiva, prosiguió_: A veces es como si tuviera dos vidas. Voy a trabajar y soy brillante e inteligente, me respetan. La gente me pide consejos y me da mucha responsabilidad, y me siento adulta, capaz y segura de
mí misma. - Miro al techo y trago saliva para controlar su voz. _ Después vuelvo a casa y todo es como una novela larga y de mala calidad. Es tan mala que si, fuera un libro, no lo leería. Demasiado cursi, ¿sabe? Pero aquí estoy, sin poder dejar de vivirla. Ya estuve casada cuatro veces, y apenas tengo treinta y cinco años. ¡Apenas ¡ Dios mío, me siento muy vieja. Comienzo a tener miedo de no poder nunca arreglar mi vida, y de que se me acabe el tiempo. Ya no soy tan joven ni tan bonita. Me asusta la idea de que nadie más me quiera, de haber gastado todas mis oportunidades y de que ahora siempre estaré sola.
 
El miedo que reflejaba su voz concordaba con las arrugas de su preocupación que se marcaron en su frente al expresar esto. Tragó saliva varias veces y parpadeó con fuerza.
 
-Sería difícil decir cuál de mis matrimonios fue el peor .Todos
fueron desastrosos, pero en distinta forma. “Mi primer marido y yo nos casamos cuando yo tenía 20 años. Me era infiel antes de casarnos y también después. Yo creía que al estar casados sería distinto, pero no fue así. Cuando nació nuestra hija yo estaba segura de que eso lo frenaría un poco, pero surtió el efecto contrario. Permanecía más tiempo fuera de casa. Cuando estaba con nosotras era muy malo, Yo podía soportar que me gritara, pero cuando empezó a castigar al a
pequeña Autumn por nada y por todo decidí interferir. Al ver que esto no daba resultado, me marche y me llevé a mi hija. No fue fácil porque ella era muy pequeña y yo tenía que  buscar trabajo. Él nunca nos dio ninguna clase de apoyo, yo tenía miedo de que nos causara problemas para que yo no acudiera al fiscal del distrito o algo así. No podía volver a casa de mis padres, porque habría sido igual que mi matrimonio. 

-Mi padre abusaba mucho de mi madre, tanto físico como verbal mente y también de mis hermanos y de mí. Cuando
era niña siempre estaba escapando .Finalmente, me fugué y me casé para salir de allí por eso estaba decidida a no volver.
“Tardé dos años desde que me marché en reunir coraje para
divorciarme de mi primer marido. No podía hacerlo hasta haber encontrado otro hombre. EL abogado que manejó mi divorcio terminó convirtiéndose en segundo esposo. Era bastante mayor que yo y también acababa de divorciarse. No creo que estuviera verdaderamente enamorada de el, pero quería estarlo y creí haber encontrado a alguien que podría cuidarnos a Autumn y a mi. Hablaba mucho de que quería volver a empezar en la vida, iniciar una nueva familia con alguien a quien pudiera amar de verdad. Creo que me sentí
halagada de que sintiera eso por mi. Me casé al día siguiente de terminar el divorcio. Todo saldría bien, estaba segura. Conseguí un buen preescolar para Autumn y reanudé mis estudios. Mi hija y yo pasábamos las tardes juntas, luego yo hacía la cena y volvía a la universidad para las clases nocturna. Por las noches Dwayne se quedaba en casa con Autumn, haciendo trabajos legales. Una mañana en que estábamos solas, Autumn dijo algunas cosas que me hicieron comprender que algo horrible, algo sexual estaba ocurriendo entre ella y Dwayne.  En ese tiempo yo también sospechaba que estaba embarazada, pero esperé hasta el día siguiente, como si todo estuviera normal, y después que Dwayne fuera a trabajar puse a mi hija y todo lo nuestro en mi automóvil y me marche. Le escribí una nota en la que hablaba lo que me había dicho Autumn y le advertí que no tratara de encontrarnos o revelaría lo que le había hecho a la niña. Yo tenía tanto miedo de que tuviera alguna forma de encontrarnos y hacernos volver que decidí que, si estaba embarazada, no se lo diría ni le pediría nada. Solo quería que
nos dejara en paz.
-“Por supuesto que sí averiguó adónde vivíamos y me envió una carta, sin ninguna referencia a Autumn. En cambio me culpaba por haber sido fría e indiferente con él, porque lo dejaba solo mientras iba a estudiar por las noches. Durante mucho tiempo me sentí culpable por eso, pensando en lo que había pasado a Autumn era mi culpa. Yo creía que mi hija estaría bien y en cambio la había puesto en una situación horrible.
 
Una expresión perturbada cubrió el rostro de Margo al recordar aquella vez.
-Por suerte encontré una habitación en una casa con otra joven madre. Ella y yo teníamos mucho en común. Ella y yo nos habíamos casado muy jóvenes y proveníamos de hogares infelices. Nuestros padres se parecían mucho, al igual que nuestros primeros esposos. Pero ella había estado casada una sola vez.. Margo sacudió la cabeza y prosiguió.- La cuestión es que cuidábamos a nuestros respectivos bebés, y eso nos permitía continuar con los estudios y salir. Sentía más libertad que nunca en mi vida, aunque resulto que sí estaba embarazada.  Dwayne aún no lo sabía y yo nunca se lo dije. Recordaba todas sus historias sobre las maneras en que podía causar problemas a la gente dentro de lo legal, y sabía que conmigo también podría hacerlo. No quería nada más que ver con el. Antes de casarnos, esas historias me habían hecho que era fuerte. Ahora me daban miedo de él.
-“Susie mi compañera de cuarto, me preparó para el parto natural con mi segunda hija, Darla. Parece una locura, pero fue unos de los mejores momentos de mi vida. Éramos tan pobres, estudiábamos, cuidábamos a nuestros bebes, comprábamos ropa en las tiendas baratas y comida con cupones. Pero éramos libres. - Se encogió de hombros. - Sin embargo, yo estaba muy inquieta. Quería un hombre en mi
vida. Conservaba la esperanza de encontrar a alguien que hiciera que mi vida fuese como yo la quería. Aún siento lo mismo. Quiero aprender a encontrar a alguien que sea bueno para mi. Hasta ahora no me ha ido muy bien en eso.

- El rostro tenso de Margo, aún bonito pero muy delgado, me miró con expresión de ruego. ¿Podría yo ayudarla a encontrar y conservar a un señor maravilloso ¿ Esa era la pregunta escrita en aquella cara, la razón por la que había acudido a la terapia.

- Margo continuo con su saga. El siguiente jugador en su torneo matrimonial fue Giorgio, que conducía un convertible Mercedes Benz color blanco y se ganaba la vida proveyendo cocaína a algunas de las narices más adineradas de Montecito. Desde el comienzo, su relación con Giorgio fue como un paseo en la montaña rusa, y pronto Margo no podía distinguir entre la química de la droga que él le proporcionaba con tanta generosidad y la química de su relación con aquel hombre moreno y peligroso. De pronto su vida era veloz y sofisticada. También era muy dura para ella, física y emocionalmente. Su temperamento se alteró. Regañaba a sus hijas por pequeñeces. Sus frecuentes peleas con Giorgio se convirtieron en batallas físicas. Después de quejarse incansablemente a su compañera de cuarto por la desconsideración, la infidelidad, y las actividades ilegales de Giorgio, Margo se asombró cuando Susie finalmente le dio un ultimátum. Olvidaba a Giorgio o se iba de esa casa. Susie ya no quería escucharlo ni verlo. Esa decisión no fue buena para Margo y para sus hijas. Margo exasperada volcó a los brazos de Giorgio. El permitió que ellas y sus hijas se mudaran a la casa dónde hacía la mayor parte de sus transacciones, con la condición implícita de que el arreglo era temporal. Poco después lo arrestaron por venta de drogas. Antes del juicio Giorgio y Margo se casaron, aunque para entonces sus enfrentamientos casi siempre llegaban al borde del punto de ebullición.
La razón que dio ella para su tercera decisión de casarse fue la presión de Giorgio sobre ella para que, al convertirse en esposa no le pudieran pedir que atestiguara en su contra. La tentación de atestiguar era un la posibilidad clara, dada la naturaleza inflamatoria de sus enfrentamientos y la persistencia del fiscal. Una vez que se casaron el desgraciado de Giorgio se negó a tener relaciones sexuales con ella
porque, según decía, se sentía atrapado. A la larga se anuló el
matrimonio, pero no antes de que Margo consiguiera al número cuatro, un hombre cuatro años menor que ella que nunca había trabajado porque siempre había estado estudiando. Margo se dijo que este estudiante serio seria justo lo que ella necesitaba, después de su catástrofe con Giorgio, y para entonces le aterraba la idea de estar sola.
 
Margo trabajaba y mantenía a ambos, hasta que el se marchó para ingresar a una comunidad religiosa. Durante ese cuarto matrimonio, Margo había obtenido una considerable suma de dinero por la muerte de un familiar y permitió que su esposo tuviera acceso a ese dinero con la esperanza que con ese gesto demostrara su lealtad, confianza y amor por él./los cuales el cuestionaba todo el tiempo). El dio la mayor parte del dinero de Margo a la comunidad y después le aclaró que ya no deseaba estar casado con ella y que no quería que ella lo siguiera allí, pues la culpaba por el fracaso de su matrimonio por ser tan “mundana”.

Esos acontecimientos habían marcado profundamente a Margo y aún así estaba ansiosa por conocer al número cinco, con la seguridad de que tal vez de que todo saldría bien si lograba hallar al hombre adecuado. Recurrió a la terapia demacrada y con los ojos hundidos.  Estaba totalmente fuera de contacto con su eterno patrón de relacionarse con hombres imposibles, hombres en que no confiaba o que no le agradaban. Si bien había admitido que hasta entonces no
había tenido suerte al elegir maridos, no tenía conciencia de la manera en que sus propias necesidades la habían atrapado en cada desastre matrimonial.

El cuadro que presentaba era alarmante .Además de estar
demasiado delgada, sus úlceras hacían que el hecho de comer fuera para ella una tortura auto impuesta, en las raras ocasiones en que tenía apetito, Margo exhibía una cantidad de otros síntoma, nerviosos, relacionados con la tensión. Estaba pálida (confirmó que estaba anémica), con las uñas muy comidas y el cabello seco y quebradizo.  Describió problemas de eczema, diarrea e insomnio. Su presión sanguínea era demasiado alta para su edad y su nivel de energías era alarmantemente bajo.
- A veces me cuesta demasiado levantarme e irme a trabajar. He usado todas mis licencias por enfermedad para quedarme en casa llorando. Me siento culpable si lloro si las niñas están en casa, por eso es un alivio descargarme cuando las niñas están en la escuela. En realidad no sé por cuánto tiempo podré seguir así.  Informó que sus dos hijas tenían problemas en la escuela en lo académico y en lo social. En casa se peleaban constantemente y Margo se enfadaba con rapidez. Aún recorría con frecuencia a la cocaína para levantar su estado de ánimo como acostumbraba hacerlo en sus días con Giorgio, era algo que mal podía permitirse, económica y físicamente.  Sin embargo unos de estos factores  preocupaban a Margot tanto como el hecho de estar sin pareja. Desde la adolescencia, en toda su vida nunca lo había estado. Cuando niña había peleado con su padre y, ya adulta en una u otra forma, había peleado con todas sus parejas.
 
Ahora hacía cuatro meses que estaba sola y era solo por su triste historia que se encontraba tan reacia a buscar otro hombre como a quedarse quieta consigo misma.
Muchas mujeres, debido a realidades económicas opresivas,
sienten que necesitan un hombre que las mantenga, pero no era ese el caso de Margot. Ella tenía un empleo con buena paga haciendo un trabajo que le gustaba. Ninguno de sus maridos la había mantenido a ella ni a sus hijas. Su necesidad de otro hombre apuntaba a otra dirección. Era adicta a las relaciones y a las malas. En su familia de origen había habido abuso para con su madre, hermanos y ella misma. Había problemas de dinero, inseguridad y sufrimiento. La tensión emocional de esta clase de niñez había dejado profundas marcas en su psiquis.
 
En primer lugar, Margo sufría de una grave depresión subyacente, presente siempre en mujeres con historias similares. Irónicamente debido a esa depresión además de los papeles ya conocidos que ella podía jugar con cada pareja, Margo se sentía atraída hacia hombres que eran imposibles: abusivos, imprevisibles, irresponsable o insensibles. En este tipo de relaciones habría muchas discusiones, incluso peleas
violentas salidas dramáticas y reconciliaciones, períodos de espera con tensión y miedo. Podría haber serios problemas de dinero e incluso con la ley. Mucho drama., mucho caos. Mucha excitación. Mucha estimulación.
 
- Suena agotador, ¿verdad? Claro, a la larga lo es pero sucede
cuando se usa cocaína u otro elemento estimulante poderoso, a corto plazo estas relaciones proporcionan una estupenda vía de escape, una gran distracción, y por cierto una máscara más para la depresión. Es casi imposible experimentar depresión cuando estamos muy excitados ya sea en forma positiva o negativa, debido a los elevados niveles de adrenalina que se libera y nos estimulan.
Pero una exposición demasiado prolongada a una excitación
fuerte agota la capacidad de respuesta del cuerpo, y el resultado es una depresión más profunda que la anterior, esta vez con una base tanto física como emocional (*). Muchas mujeres como Margo, debido a sus historias emocionales de haber vivido con episodios constantes y/o severos de tensión en la niñez1. (También porque a menudo es probable que hayan heredado una vulnerabilidad bioquímica a la depresión por parte de un progenitor alcohólico o en general bioquímicamente ineficaz) son básicamente depresiones incluso antes de iniciar sus relaciones amorosas en la adolescencia y la adultez. Es
posible que tales mujeres busquen el poderoso estímulo de una relación difícil y dramática a fin de obligar a que sus glándulas liberen adrenalina: una práctica similar al hecho de azotar a un caballo cansado para que la pobre bestia exhausta camine unos kilómetros más. Es por eso que cuando se elimina el fuerte estímulo que constituye el comprometerse en una relación dañina, ya sea porque la relación llega a su fin o porque el hombre empieza a recuperarse de sus problemas y a relacionarse con ella en una forma más sana, una mujer de ese tipo por lo general se hunde en la depresión, cuando está sin pareja, o bien trata de revivir la última relación fracasada o busca con frenesí otro hombre difícil en quién concentrarse, porque necesita con
desesperación el estímulo que el le proporciona. Si en el hombre comenzara a enfrentar solo sus propios problemas de forma más sana, es probable que ella encontrara de pronto ansiando hablar a alguien más excitante, más estimulante, a alguien que le permita evitar el enfrentamiento con sus propios sentimientos y problemas.

Nuevamente, el paralelismo del uso de una droga y su
interrupción resultan obvios. Para evitar sus propios sentimientos, ella literalmente se “inyecta “con un hombre, utilizándole como su droga escape. Para que se produzca la recuperación, ella debe obtener el apoyo para afirmarse y permitir que vengan los sentimientos dolorosos.
No es una exageración comparar este proceso con lo que se produce cuando el adicto a la heroína interrumpe su consumo de golpe y en forma total. El miedo, el dolor y la inquietud son enormes y la tentación de recurrir a otro hombre, a otra inyección, es igualmente grande.

Una mujer que utiliza al hombre como una droga hará de su
relación con el algo tan negativo como cualquier adicto a una
sustancia química. Experimentará el mismo grado de resistencia y miedo a desembarazarse de la sustancia y del hombre. Pero en general si se la enfrenta con suavidad y firmeza en algún momento reconocerá el poder de su adicción a las relaciones y sabrá que está en un patrón de
conducta sobre el cual ha perdido el control.
 
El primer paso para tratar a una mujer con éste problema es
ayudarla a comprender que, al igual que a cualquier adicto, sufre de un proceso de enfermedad que es identificable, que es progresiva sin tratamiento y que responde bien al tratamiento específico. Ella necesita saber que el adicto al dolor y la familiaridad de una relación insatisfactoria, que es una enfermedad que afecta a muchísimas mujeres y que tiene su origen en las relaciones perturbadas de la niñez.

Esperar que alguien como Margo descubra por si sola que es una mujer que ama demasiado, cuya enfermedad es cada vez más grave y a la larga, puede costarle la vida, es tan inapropiado como escuchar todos los síntomas típicos de cualquier otra enfermedad y luego esperar que la paciente adivine cual es su enfermedad y su tratamiento. Más pertinente aún es tan improbable que Margo, con su enfermedad en particular y la negación que la acompaña, pudiera auto diagnosticarse, como lo es en un alcohólico igualmente enfermo pudiera auto diagnosticarse con precisión. Tampoco podría ninguno de ellos esperar recuperarse solo, o simplemente con la ayuda de un medico o
terapeuta, porque la recuperación requiere que dejen de hacer lo que parece proporcionarles alivio.
 
La terapia sola no ofrece una alternativa de apoyo adecuado
para la dependencia del alcohólico, con la droga o de la adicta a las relaciones con su hombre.
Cuando alguien ha estado practicando una adicción y trata de
ponerle fin, se crea un enorme vacío demasiado grande para ser llenado por una hora de sesión con un terapeuta una o dos veces por semana. Debido a la tremenda ansiedad que se genera cuando se interrumpe la dependencia de la sustancia o la persona, hay que tener un acceso constante a cierto apoyo, consuelo y comprensión. La mejor manera de obtener esto es con personas que han pasado por el mismo proceso doloroso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Queremos saber lo que piensas